Roald Dahl: «Matilda» (novela infantil-juvenil); análisis y propuesta didáctica

Roald Dahl: “Matilda” (1988)
  1. Resumen
“Matilda” es una inteligente y cáustica novela corta más o menos adscribible al ámbito LIJ, compuesta por el escritor galés Roald Dahl y publicada en 1988, dos años antes de fallecer su autor. Narra la historia de la protagonista, que da nombre a la novela, Matilda, una niña de cinco años extraordinariamente inteligente.
La lectora de libros
Matilda vive en una familia que no la aprecia demasiado; de hecho, la insultan y minusvaloran con frecuencia. Su padre, Su madre, la señora Wormwood se pasa las tardes en el bingo y su preocupación es aparentar una belleza que no posee. Mike, su hermano, mayor que ella, admira a su padre y le obedece ciegamente. Ninguno de los tres aprecia a Matilda ni muestran el más mínimo interés en su persona. La niña acude todas las tardes a la biblioteca del pueblo, y allí pasa horas leyendo, con la ayuda y asesoramiento de la señora Phelps, la bibliotecaria. La niña muestra mucha precocidad y enorme inteligencia; ella lo da por supuesto y lo lleva con naturalidad.
El señor Wormwood, experto vendedor de coches
El señor Wormwood  es un orgulloso propietario de un taller de coches y de negocio de compraventa de los mismos. Falsifica el cuentakilómetros y truca los motores para obtener grandes ganancias en sus ventas. Por eso está muy orgulloso y le explica a su hijo cómo actuar para tener éxito en ese negocio, aunque de modo fraudulento. El hijo está entusiasmado, pero Matilda le reprocha sus trampas y el padre la reprende severamente, con insultos incluidos. La niña decide vengarse de la petulancia y la soberbia de su padre.
El sombrero y el pegamento
Le echa pegamento por el borde interior del sombrero de su padre. Cuando se lo pone, ya no lo puede quitar. Le han de destrozar el sombrero y el pelo para podérselo desprender; queda ridículo y la lección le sirve dos semanas, en las que está humilde y tranquilo. Luego vuelve a su petulancia.
El fantasma
Un día, Matilda lee en casa un libro de la biblioteca, “El pony rojo”, de John Steinbeck. Cuando su padre la ve, le arranca las hojas y lo destroza; dice que ese libro y todos son “porquería”. Matilda ha de pagarlo con su paga, pues es de la biblioteca. Para vengarse, toma prestado el loro de su amigo Fred. Lo lleva a casa y lo mete en la chimenea, apagada en ese tiempo. El loro comienza a hablar, repitiendo ¡Hola, hola! Todo el rato, y todos creen que es un fantasma. El padre tiembla de miedo y queda como cobarde y ridículo ante la familia. Eso le baja los humos unas semanas.
Aritmética
Su padre alardea de hacer cálculos mentales muy rápidos. Le hace una demostración a su hijo, pero Matilda está al lado y le demuestra que sabe calcular más y mejor que su padre, que confiesa que había necesitado papel y lápiz; este no admite la derrota e insulta a la niña, llamándole “tramposa y embustera”.
El hombre rubio platino
A Matilda no le queda más remedio que volver a castigar a su padre. Echa en su bote de tónico capilar teñidor de pelo de su madre, en dosis bien altas. Cuando su padre se lo echa, el pelo toma un color blancuzco grisáceo tirando a rubio, muy desagradable y feo. En casa se arma un pequeño jaleo. El padre ha de acudir inmediatamente a la peluquería. Otras semanas con los humos bajados y tranquilidad en casa. Matilda está así más tranquila.
La señorita Honey
Matilda asiste a la escuela, se llama Escuela Crunchem. Su maestra es una joven delgadita y humilde llamada señorita Honey, de nombre Jennifer. Trata a los niños con cariño y afecto y se esfuerza por que aprendan. Ya el primer día, Matilda da muestras de su profunda inteligencia al saber leer y dominar la aritmética con mucha soltura. Compuso una quintilla de repente ante los compañeros y la maestra y todos quedaron admirados de sus conocimientos. La señorita Honey se lo dice a la directora, una mujer alta, autoritaria, ridículamente vestida a lo militar, llamada señorita Trunchbull.
La Trunchbull
La directora maltrata de palabra y gesto a Honey cuando le comunica que Matilda es muy inteligente y debe acceder a un curso superior. Trunchbull ridiculiza a Matilda, lo mismo que sus padres y no le hace caso a Honey, a quien menosprecia constantemente. Le aconseja que no se deje impresionar y que trate a los niños con mano dura, como hace ella. Odia a los niños, los considera insoportables y repugnantes.
Los padres
Honey permite que Matilda en su clase lea y aprenda en otros libros, pues lo que ella enseña ella ya lo sabe perfectamente. Se entrevista con los padres de Matilda, que la reciben de mala gana. No se creen nada de la inteligencia superior de su hija y hablan mal de ella. Están furiosos porque no les deja ver un programa de televisión, lo que parece una telecomedia. Ni siquiera aprenden su nombre. No piensan que Matilda vaya a la universidad, no lo necesita.
Lanzamiento de martillo
Matilda se hace amiga de una niña esmirriada y espabilada, llamada Lavender. Hortensia, una niña veterana, les cuenta que le ha jugado dos malas pasadas a Trunchbull: le puso algo viscoso en su asiento y se pringó por completo; otra vez le echó polvos irritantes en los calzones de gimnasia a la Trunchbull; hizo el ridículo delante de todos rascándose el trasero con furia. La castigó un día entero en La Ratonera, un armario con los laterales llenos de pinchos, donde no había para sentarse y estaba a oscuras. Hortensia lo considera una hazaña. También les cuenta que arrojó a un niño por la ventana. En el patio, delante de todos, Trunchbull coge de las coletas a Amanda Thripp, una alumna pequeña, la gira y la lanza, como si fuera un martillo, a bastantes metros. Todo porque tenía el pelo largo y llevaba coleta.
Bruce Bogtrotter y la tarta
El niño de este nombre había robado un trozo de tarta de la directora. Delante de todos, en el salón de actos de la escuela, le hace comer una enorme tarta para castigarlo y ridiculizarlo, con la idea de provocarle una congestión. El niño la logra comer sin grandes daños y los compañeros lo aplauden con entusiasmo. Trunchbull le estampa en la cabeza la bandeja donde aún quedaban restos de tarta, pero de algún modo había sido derrotada.
Lavender
Trunchbull se hacía cargo de cada clase un día a la semana para comprobar cómo iban avanzando los niños. Un jueves a las dos le tocaba a la clase de Matilda. Lavender, la niña amiga de Matilda y algo aventurera, captura una salamandra y la arroja en la jarra de agua que le ponen a Truchbull en la mesa.
El examen semanal
Castigó a Nigel por tener las manos y una mancha en la ropa contra la pared, sobre una pierna, además de insultarlo. A Rupert lo alza en el aire cogido por su cabello rubio y algo largo por no saber multiplicar dos por siete. Al niño Erik lo levanta en el aire, cogido por las orejas, por no saber deletrear la palabra “que”. Se encara con Matilda y no cree que haya leído “Nicholas Nickleby”, de Dickens. Le llama timador a su padre por venderle un coche ruinoso.
El primer milagro
Cae la salamandra al agua y Trunchbull grita y queda demudada; piensa que es un cocodrilo. Le echa la culpa a Matilda, pero esta se defiende. Matilda mueve mentalmente el vaso, y este se desparrama por la mesa, mojando a Trunchbull. Esta monta en cólera y está muerta de miedo. Acusa a Matilda, pero no tiene pruebas; los compañeros de clase la defienden. Al fin, se va de la clase con ira y vergüenza entremezcladas.
El segundo milagro
Le cuenta a su maestra Honey que ella es quien hizo volcar el vaso. Le hace una demostración a la maestra y esta queda atónita. Piensa que Matilda tiene poderes especiales. Le dice que no lo cuente a nadie.
La casa de la señorita Honey
La maestra Honey invita a Matilda a tomar té en su casa, tras las clases. Es una casa diminuta, muy pobre y humilde, sin agua corriente ni luz. Vive en la más extrema pobreza y ofrece a Matilda lo poco que tiene.
La historia de la señorita Honey
Le cuenta su vida. Sus padres murieron muy jóvenes. Su padre era médico y, al parecer se suicidó. La crio una tía, que es justamente la señorita Trunchbull, de forma tiránica y cruel. La esclaviza, haciendo las tareas del hogar para ella. Así y todo, pudo estudiar para maestra, por eso ejerce. Sospecha que Trunchbull tuvo que ver con la muerte de su padre. Nunca apareció el testamento y está en la pobreza. En la casa de su padre vive Trunchbull. Tiene que entregar casi todo su sueldo a Trunchbull para resarcirla de los gastos generados. Pasa hambre porque no tiene dinero para comprar la comida básica, solo lo que come en la escuela.
La práctica
Se trata de trazar un plan para ayudar a la señorita Honey, pues su lamentable estado no puede continuar. Está sola en casa porque su padre no ha vuelto del taller de autos y su madre del bingo. Comienza a practicar con un puro. Al fin, hace que se suspenda en el aire y se dirija a donde ella quiere. Se siente feliz.
El tercer milagro
La señora Trunchbull acude a la clase para comprobar cómo han aprendido la tabla del tres. Aterroriza a los niños, en concreto a uno que se llama Wilfred. En pleno interrogatorio, la tiza empieza a escribir sola, en el encerado, el nombre de la directora. Cuando ella se percata, piensa que es Magnus, el padre de Honey. Se desmaya. Nigel, uno de los chicos de clase, le arroja la jarra de agua en su cara. Se despierta; viene la enfermera y un grupo de profesores y la sacan de clase como pueden, dada su corpulencia y peso. Sospecha de Matilda, pero no puede demostrar nada, pues esta se mantiene impasible e inexpresiva.
Un nuevo hogar
La señora Trunchbull estuvo varios días ausente. El director accidental, el señor Trilby, se acerca a la Casa Roja, la antigua de Honey, para ver como está. No hay nadie y la puerta está abierta. Había marchado sin decir nada. Honey recibe una carta del notario diciendo que ha aparecido el testamento de su padre; la Casa Roja es suya, junto con el dinero que había dejado en el banco. Se muda y vuelve a la casa de su infancia. Matilda pierde sus poderes inexplicablemente, de lo que ella se alegra. El padre de Matilda van a ser detenido por numerosos delitos (cambiar matrículas, falsificar motores, trampas económicas, etc.). Hacen las maletas y se van en avión a España. Matilda no quiere ir. Habla con Honey y le proponen a sus padres que se quede a vivir con esta. Los padres lo aceptan. Arrancan el coche y se dirigen al aeropuerto a toda mecha. Matilda y Honey ven cómo se aleja calle adelante y toma la primera bocacalle.
2. Temas de la novela
La novela es muy rica en los asuntos esenciales que aborda:
-La incomprensión y aislamiento de los niños en hogares vulgares y adocenados.
-La violencia en el ámbito escolar como método pedagógico.
-El odio y la avaricia como uno de los motores de la conducta humana.
-Las apariencias de éxito y valor esconden individuos cobardes, ruines y tramposos.
-La inteligencia como arma para defenderse de la hostilidad de familiares, profesores, etc. llenos de resentimiento y envidia.
3. Apartados temáticos
Esta novela posee una estructura clásica en cuanto a la disposición de la materia narrativa; se sigue un orden temporal y lógico, excepto en la ocasión en que la señorita Honey le cuenta su vida a Matilda. Es un caso de analepsis llamativo. De este modo, tenemos:
-Introducción o planteamiento de un conflicto: ocupa los tres primeros capítulos. Matilda, inteligente, paciente y bondadosa, vive con la familia Wormwood como mejor puede. Se esfuerza por leer, aprender y ser feliz, aunque no se lo ponen fácil. Sus padres más bien la odian y ella aprende a ridiculizar a su padre.
-Nudo o desarrollo: estamos ante la parte central; ocupa desde el cuarto capítulo (“El fantasma”), hasta el penúltimo (“El tercer milagro”). La acción se centra en la escuela, en la que los niños sobreviven como pueden a la violencia y odio de la señora Trunchbull. Matilda descubre sus nuevos poderes mentales y alcanza un buen dominio sobre ellos.
-Desenlace: se concentra en el último capítulo (“Un nuevo hogar”). La acción se precipita y el desamor de Matilda y Honey encuentran una solución positiva con la convivencia entre maestra y alumna. Los malos, literalmente, desaparecen, con lo que se alcanza un equilibrio razonable para todos.
4. Narrador
Un narrador en tercera persona cuenta la historia. Pero no es objetivo, ni totalmente externo, ni omnisiciencia total. Valora de vez en cuando, sobre todo a través de adjetivos muy incisivos, la actitud, el carácter y las acciones de los personajes, sobre todo de los más deplorables o negativos. Lógicamente, toma partido por Matilda, por la que muestra simpatía y solidaridad por su situación en casa y en el colegio. Por el contrario, valora negativamente y ridiculiza sin paliativos a la familia Wormwood y a Trunchbull.
5. Lugar y tiempo de la acción narrativa
La acción se desenvuelve en un pueblo o ciudad pequeña de contexto inglés. La gente lleva una vida tranquila y sin sobresaltos, en una atmósfera semi rural. La Escuela Crunchem, donde ocurre la mayoría de las acciones es un lugar desagradable y siniestro por los duros castigos corporales de su directora y su régimen de terror. La crítica implícita a una educación basada en el miedo y el abuso es evidente.
El tiempo de la escritura lo conocemos bien, pues la primera edición de este texto es de 1988; la narración se compuso en los años previos, es decir, penúltima década del siglo XX. La duración de la acción también está bien delimitada, por la edad de Matilda: comienza el relato con algo menos de cinco años y, al acabar, tiene cinco y medio. El conjunto, pues, se extiende a lo largo de un año, que coincide con la escolarización de Matilda en su primer curso escolar.
6. Personajes
El elenco de personajes de la novela es variado y sugestivo para el lector. Analizaremos los más importantes según su protagonismo:
-Matilda: es una niña de aspecto normal, con cerca de cinco años al comenzar el relato. Posee una extraordinaria inteligencia y una gran afición a la lectura. Por otro lado, comprende la estupidez y la fanfarronería de muchas personas, lo que la pone enferma. A esas personas las castiga con travesuras hirientes y pesadas. Sin embargo, busca la amistad y el amor en su ámbito familiar, pero no lo encuentra. Lo hallará posteriormente en la figura de su maestra Honey. Es obvio afirmar que es la protagonista.
-Honey: joven maestra, dulce (como indica su nombre en inglés, “Miel”), tranquila, cariñosa y sufrida. Ha sufrido mucho en la vida a causa de las tropelías de su tía Trunchbull, pero lo ha sabido llevar con dignidad y entereza. Su vocación docente hacen de ella un personaje simpático con el que el lector pronto empatiza.
-Señorita Trunchbull: Es la antagonista en este texto. Mujer de facciones grandes y groseras, con vestimenta y andares ridículos, odia a los niños. Su inquina al mundo infantil, paradójico si tenemos en cuenta que es la directora de la escuela, se manifiesta en insultos constantes, vejaciones violentas y dolorosas a los alumnos y actos sádicos de especial inquina, como arrojar a los niños como si fueran un martillo del juego atlético del lanzamiento de martillo. Finalmente, se descubre su cobardía y su maldad, quedando en ridículo.
-Matrimonio Wormwood: son los padres de Matilda. Él es un mecánico tramposo y vendedor de coches fraudulento. Engaña a los clientes sin parar para lucrarse desvergonzadamente. Carente de ética y de estética, se vanagloria ante su mujer y sus hijos de sus “hazañas” mercantiles. Hombre vulgar e inculto, posee el atrevimiento del zafio que engaña a los demás con facilidad.
-Los niños compañeros de Matilda en la escuela (Nigel, Lavender, Erik, etc.): son infantes totalmente normales, con los rasgos propios de la infancia. Apuntan ciertos caracteres de comportamiento, pero el miedo a Trunchbull los acoca a todos.
7. Comentario estilístico
Dahl es un narrador muy consciente de la importancia de la forma y el estilo para componer un texto eficaz y agradable. La narración, la descripción y el diálogo se alternan a lo largo del texto para dar urdimbre a un texto sugerente y original. Algunas notas compositivas son:
-Brevedad narrativa: el conjunto del texto posee una duración limitada. La acción está comprimida, sin digresiones de ningún tipo. El hilo narrativo se mantiene con firmeza y no existen digresiones, sino que todo conduce al progreso de la acción principal.
-Ironía y sarcasmo: aplicados, lógicamente, a los personajes negativos y deplorables, como la señora Trunchbull. Sus ropas ridículas, casi a modo de dictador, y sus palabras agresivas e insultantes la caracterizan como zafia, vulgar, envidiosa y amargada.
-La hipérbole o exageración es una nota muy llamativa, sobre todo cuando se caracterizan los personajes deshonestos. Cuando este tipo de personaje  habla, suele hiperbolizar mucho, en forma de insulto descalificatorio.
-El símil o comparación es una figura literaria muy empleada: aporta expresividad y plasticidad y el lector puede imaginar mucho mejor la lectura. Se emplea tanto con un matiz positivo como negativo.
-La metáfora y la metonimia también hacen acto de presencia. La identificación de Trunchbull con un animal salvaje se repite en varias ocasiones.
-La interrogación y la exclamación retórica: son dos de los recursos preferidos por nuestro novelista. Aportan frescura, variedad y expresividad.
-Los diálogos, breves e incisivos, sirven para caracterizar a los personajes y para transmitir pensamientos y sentimientos. Aportan frescura y naturalidad.
A continuación se aporta un texto donde se pueden apreciar muchas de las características señaladas:
“Matilda anhelaba que sus padres fueran buenos, cariñosos, comprensivos, honrados e inteligentes, pero tenía que apechugar con el hecho de que no lo eran. No le resultaba fácil. Sin embargo, el juego que se había ingeniado, consistente en castigar a uno o a ambos cada vez que se comportaban repugnante y arbitrariamente con ella, hacía su vida más o menos soportable.
Al ser muy pequeña y muy joven, el único poder que tenía Matilda sobre cualquiera de su familia era el del cerebro. Los superaba en ingenio. Pero seguía inalterable el hecho de que en cualquier familia, una niña de cinco años se veía obligada siempre a hacer lo que decían, por estúpido que fuera. Por eso, siempre tenía que tomar una de esas cenas que anuncian en televisión, frente a la espantosa caja. Entre semana se pasaba todas las tardes sola, y cuando le decían que se callara tenía que callarse.
Su válvula de escape, lo único que impedía que se volviera loca, era el placer de maquinar e infligir aquellos magníficos castigos, y lo curioso era que parecían surtir efecto durante algún tiempo. El padre especialmente se volvía menos fanfarrón e intratable durante algunos días, después de recibir una dosis de la medicina mágica de Matilda”.

 

8. Contextualización
Roald Dahl (Llandaff, Cardiff, 1916 – Oxford, 1990) es uno de los más importantes escritores de LIJ en el ámbito internacional en el siglo XX. Sus obras, de temática infantil-juvenil, no son nada complacientes, pues presentan personas, familias y sociedades con graves defectos morales y de convivencia. Su primera publicación es el cuento “Pan comido”, de 1942; como se ve, Dahl comenzó a escribir muy pronto, y alternaba literatura de adultos con la infantil. Aborda problemas en los que la infelicidad de los niños a causa del maltrato de los mayores y el triunfo de la honestidad y la autenticidad son dos notas repetidas y constantes en sus obras. Aparte de la novela que ahora comentamos, son bien conocidas (sobre todo, desde que se hicieron adaptaciones cinematográficas) Charlie y la fábrica de chocolate, El gran gigante bonachón y Las brujas
9. Interpretación y valoración
La novela Matilda guarda hallazgos muy interesantes para el lector, independientemente de su edad. A continuación los enumeramos para aligerar la lectura:
-Abordamiento de temas actuales, contemporáneos, propios de nuestras sociedades: trampas, engaños, codicia desatada, vanagloria descontrolada, etc. son algunos de los rasgos sociales y personales que aparecen con frecuencia en la novela. Dahl no idealiza la sociedad ni a las personas: las presenta como son, plagadas de imperfecciones y lagunas morales.
-Tensión entre las personas honestas y éticas frente a las deshonestas y tramposas: en esta obra, y en otras del mismo estilo, se observa un pulso soterrado, un enfrentamiento silencioso, pero bien real, entre los individuos más éticos y bondadosos, frente a los malvados, generalmente movidos por la codicia, la fatuidad y la soberbia.
-Indagación en las capas profundas del hombre, sea niño o adulto: nuestro autor no se conforma con una presentación superficial de los personajes; al contrario, ahonda en ellos y nos los muestra con sus virtudes y defectos. Sus personajes protagonistas suelen ser indagadores, analíticos, consecuentes y comprometidos con ellos mismos, es decir, muy coherentes con su propia naturaleza, como en este caso Matilda.
-Crítica a la educación basada en el abuso y el miedo contra los niños: la contraposición entre Honey, bondadosa y comprensiva con los niños, frente a Trunchbull es una de las líneas de fuerza de la novela. Con violencia y terror se vence, pero no se convence a nadie, parece querer transmitir la novela.
-Cierto optimismo antropológico: en el choque entre la gente tramposa y zafia y los honestos y éticos, estos últimos suelen ganar, no sin plantear una batalla importante. Los buenos, en efecto, vencen sobre los malos, que han de huir, como en este caso, o mueren, como ocurre en otras novelas.
-Elemento fantástico que complementa la realidad cotidiana: en los textos de Dahl se aprecia la presencia de la fantasía, o la magia. Aquí, lo apreciamos en los poderes mentales de Matilda, capaz de mover objetos por telepatía. Este rasgo de una fuerza superior es típico en los personajes más humildes y castigados; es como una compensación a las carencias materiales y afectivas que suelen padecer, como Matilda o Charlie en Charlie y la fábrica de chocolate.
La valoración de esta novela es positiva por la valentía con que aborda el abuso escolar, por la denuncia de la soledad de muchos niños en la escuela y en la familia y por el alegato en favor de la honestidad y el cariño en el trato entre las personas. Estilísticamente, la novela es atractiva porque ofrece una concentración de la acción y los temas que invitan a una lectura seguida e inmersiva. Por otro lado, el dominio de las técnicas narrativas y estilísticas por parte de Dahl es tan alto que la lectura es divertida, fresca y, al mismo tiempo, reflexiva.
  1. PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas actividades se pueden realizar en clase o en casa. Pueden hacerse de forma individual o en grupo. También puede elegirse la expresión oral o la escrita, o ambas, combinándolas. La ayuda de medios TIC es recomendable en algunas de ellas).
2.1. Comprensión lectora
  1. ¿Dónde ha de leer libros Matilda? ¿Por qué?
  2. ¿Qué tipo de libros lee Matilda? ¿Son los propios de su edad? ¿Qué se deduce de ese hecho?
  3. ¿Por qué el sombrero se pega en la cabeza del señor Wormwood?
  4. ¿Qué hace el padre con el libro de John Steinbeck que está leyendo Matilda?
  5. ¿Por qué se transforma de color el pelo del señor Wormwood ?
  6. ¿Qué deporte practica la señora Trunchbull con los niños? ¿Por qué?
  7. ¿Cómo muestra su sagacidad la niña Lavender?
  8. ¿Qué tipo de habilidad increíble posee Matilda? ¿Para qué la emplea?
  9. La señorita Honey, ¿ha tenido suerte en su vida?
  10. ¿Quiénes huyen de la ciudad finalmente? ¿Por qué?
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
  1. ¿Por qué Matilda es poco feliz con su vida?
  2. Analiza el grado de honestidad de los padres de Matilda según emplean su tiempo.
  3. ¿Por qué le gasta bromas pesadas Matilda a su padre?
  4. Expón tres ejemplos de humillación de los alumnos por parte de la directora de la Escuela Crunchem.
  5. ¿Por qué Trunchbull maltrata a Honey?
  6. ¿Cómo apreciamos la honestidad en los personajes de la novela?
  7. La huida de las dos personas más tóxicas de la vida de Matilda, ¿es una oportunidad para ella?
2.3. Comentario de texto específico
Cuando se hubo comido la mitad de la enorme tarta, Bruce Bogtrotter se detuvo un par de segundos e hizo varias inspiraciones profundas. La Trunchbull permanecía en pie, con las manos en las caderas, mirándole airadamente. 
—¡Sigue! —gritó—. ¡Acábatela! 
De repente, el chico dejó escapar un tremendo eructo que resonó en el salón de actos como un trueno. Muchos de los espectadores se rieron. 
—¡Silencio! —gritó la Trunchbull. 
El chico cortó otro grueso trozo y comenzó a comérselo rápidamente. Aún no mostraba signos de decaimiento o de querer abandonar. Realmente no parecía que estuviera a punto de detenerse y gritar: «¡No puedo, no puedo comer más! ¡Me voy a poner enfermo!». Aún seguía en combate. 
Se estaba produciendo un sutil cambio en los doscientos cincuenta niños que presenciaban la escena. Hasta entonces habían previsto un inevitable desastre. Se habían preparado para una escena desagradable, en la que el desdichado chico, atiborrado de tarta de chocolate, tendría que rendirse y suplicar perdón y, entonces, verían a la triunfante Trunchbull obligando al jadeante muchacho a engullir más trozos de tarta. 
Nada de eso. Bruce Bogtrotter se había tomado ya tres cuartas partes y aún seguía bien. Podría pensarse que casi estaba empezando a disfrutar. Tenía que escalar una montaña y estaba decidido a alcanzar la cima o a morir en el empeño. Es más, se había dado cuenta de los espectadores y de que, silenciosamente, todos estaban de su parte. Aquello era nada menos que una batalla entre él y la todopoderosa Trunchbull. 
De pronto, alguien gritó: 
—¡Vamos, Brucie! ¡Lo puedes conseguir! 
La Trunchbull se volvió y rugió: 
—¡Silencio! El auditorio observaba atentamente. Estaba cautivado por la contienda. Deseaban empezar a animar, pero no se atrevían. 
—Creo que lo va a conseguir —susurró Matilda. 
—Yo también lo creo —respondió en voz baja Lavender—. Nunca hubiera creído que alguien pudiera comerse una tarta de ese tamaño. 
—La Trunchbull tampoco se lo cree —susurró Matilda—. Mírala. Se está volviendo cada vez más roja. Si vence él, lo va a matar. 
El chico iba más despacio ahora. No había duda de ello. Pero seguía comiendo tarta, con la tenaz perseverancia del corredor de fondo que ha avistado la meta y sabe que tiene que seguir corriendo. Cuando engulló el último bocado, estalló un tremendo clamor en el auditorio y los niños empezaron a dar saltos de alegría y a vitorear, aplaudir y gritar: 
—¡Bien hecho, Brucie! ¡Muy bien, Brucie! ¡Has ganado una medalla de oro, Brucie! 
La Trunchbull permanecía totalmente inmóvil en el estrado. Su rostro de caballo había adquirido el color de la lava fundida y sus ojos fulguraban de rabia. Miró a Bruce Bogtrotter, que seguía sentado en su silla como un enorme gusano ahíto, repleto, comatoso, incapaz de moverse o de hablar. Una delgada capa de sudor adornaba su frente, pero en su rostro se reflejaba una sonrisa de triunfo. 
De repente, la Trunchbull se acercó y cogió la fuente de porcelana vacía que había contenido la tarta. La levantó todo lo que pudo y la dejó caer de golpe en todo lo alto de la cabeza del desdichado. Bruce Bogtrotter y sus trozos se desparramaron por el suelo del estrado. 
El chico estaba tan atiborrado de tarta, que era casi como un saco de cemento húmedo y no le hubiera hecho daño ni un mazo de hierro. Se limitó a mover la cabeza unas cuantas veces y siguió sonriendo. 
—¡Vete al diablo! —dijo airadamente la Trunchbull, y se marchó del estrado, seguida de cerca por la cocinera.
(Del capítulo BRUCE BOGTROTTER Y LA TARTA)

 

2.4. Fomento de la creatividad
  1. Transforma el argumento de la novela en un poema o una breve obra teatral introduciendo las novedades literarias que consideres oportunas.
  2. Escribe un ensayo comparando y contrastando la vida en la Escuela Crunchem con tu propio colegio.
  3. Imagina un diálogo con Roald Dahl. Pregúntale sobre aspectos de la novela que no te hayan quedado claros o indagando en la razón de algún aspecto del argumento, de los personajes, etc.
  4. Realiza una presentación o exposición en clase, con apoyo de imágenes, música, textos, etc., sobre la vida y la obra de Roald Dahl.

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