Gustavo Adolfo Bécquer: «Apólogo» (cuento); análisis y propuesta didáctica

G. A. BÉCQUER: «APÓLOGO»

Brahma se mecía satisfecho sobre el cáliz de una gigantesca flor de loto que flotaba sobre el haz de las aguas sin nombre. 

La Maya fecunda y luminosa envolvía sus cuatro cabezas como con un velo dorado. 

El éter encendido palpitaba en torno a las magníficas creaciones, misterioso producto del consorcio de las dos potencias místicas. Brahma había deseado el cielo, y el cielo salió del abismo del caos con sus siete círculos y semejante a una espiral inmensa.

Había deseado mundos que girasen en torno a su frente, y los mundos comenzaron a voltear en el vacío como una ronda de llamas. 

Había deseado espíritus que le glorificasen, y los espíritus, como una savia divina y vivificadora, comenzaron a circular en el seno de los principios elementales. 

Unos chispearon con el fuego, otros giraron con el aire, exhalaron suspiros en el agua o estremecieron la tierra internándose en sus profundas simas.

Visnú, la potencia conservadora, dilatándose alrededor de todo lo creado, lo envolvió en su ser como si lo cubriese con un inmenso fanal.

Siva, el genio destructor, se mordía los codos de rabia. El lance no era para menos. 

Había visto los elefantes que sostienen los ocho círculos del cielo, y al intentar meterles el diente, se encontró con que eran de diamante; lo que dice sobrado cuán duros eran de roer. 

Probó descomponer el principio de los elementos y los halló con una fuerza reproductora tan activa y espontánea, que juzgó más fácil encontrar el último punto de la línea de circunferencia.

De los espíritus no hay para qué decir que en su calidad de esencia pura burlaron completamente sus esfuerzos destructores.

En tal punto la creación, y en esta actitud los genios que la presiden, Brahma, satisfecho de su obra, pidió de beber a grandes voces. 

Dieronle lo que había pedido, bebió, y no debió de ser agua, porque los vapores, subiéndosele a la cabeza, le transtornaron por completo.

En este estado de embriaguez deseó alguna cosa muy extravagante, muy ridícula-, muy pequeña; algo que formara contraste con todo lo magnífico y lo grandioso que había creado: y fue la humanidad.

Siva se restregó las manos de gusto al contemplarla. Visnú frunció el ceño al ver encomendada a su custodia una cosa tan frágil.

Los hombres, en tanto, andaban mustios y sombríos por el mundo, ocultándose avergonzados los unos de los otros, cerrando los ojos para no ver a su alrededor tanto grande y eterno, y no compararlo involuntariamente con su pequeñez y su miseria.

Porque los hombres tenían la conciencia exacta de sí mismos.,

—¿Queréis acabar de una vez con vuestros males? —les dijo Siva—. ¿Queréis morir?

—Sí, sí —exclamaron todos en tumulto─ . ¿Para qué queremos este soplo de existencia?

—Yo soy un estúpido, lo sé, y me avergüenzo de mi barbarie —decía uno.

—Yo soy deforme —añadía el otro—-, y me entristece el espectáculo de mi ridiculez.

—Y tenemos estas y estas faltas y aquellas y las otras miserias —proseguían diciendo los demás, enumerando el cúmulo de males y defectos de que entonces, como ahora, se hallaban plagados los hombres.

—Es cosa hecha —dijo Siva, viendo la decisión de la humanidad entera. Y levantó la mano para destruirla; pero en aquel instante se interpuso Visnú. 

─Esperad un día—exclamó dirigiéndose a los hombres ─, un día no más. Voy a daros a beber un elixir misterioso. Si mañana, después de haberlo bebido, queréis morir, que vuestra voluntad se cumpla.

Los hombres aceptaron y Siva dejó su presa, refunfuñando entre dientes, porque conocía el ingenio y la travesura de su competidor.

Visnú, que, efectivamente, era hombre, digo mal, era dios de grandes recursos en las ocasiones críticas, se las compuso de manera que a las pocas horas tenía ya hecho y embotellado su elixir, en tal cantidad, que tocó a frasco por barba.

Pasó la noche, durante la cual los hombres no hicieron otra cosa que sorber por la nariz aquella especie de éter mágico; y cuando tornó a brillar la luz, vino Siva de nuevo a renovar sus proposiciones de muerte.

Los hombres, al oirle, comenzaron por maravillarse y acabaron por reírsele en las barbas.

─¡Morir nosotros— exclamaron—, cuando un porvenir inmenso se abre ante nuestra vista!

—Yo —decía el uno— voy a conmover el mundo con la fuerza de mi brazo.

—Yo voy a hacer mi nombre inmortal en la tierra.

—Yo, a avasallar los corazones con el encanto de mi hermosura.

Y así todos iban repitiendo:

—¡Morir yo que siento arder en mi frente la llama del genio; yo, que soy fuerte; yo, que soy hermoso; yo, que seré inmortal!

Siva no daba crédito a sus ojos, y unas veces le daban ganas de rabiar y otras de reír a carcajadas ante el espectáculo de tan ridícula transformación. En aquel momento pasaba Visnú a su lado y el genio destructor no pudo menos de dirigirle estas palabras:

—¿Qué diantres les has dado a esos imbéciles, que ayer estaban todos mustios, cabizbajos y llenos de la conciencia de su pequeñez, y hoy andan con la frente erguida, burlándose los unos de los otros, creyéndose cada uno cual un dios?

Visnú, con mucha sorna, y dándole un golpecito en un hombro, se inclinó al oído de  Siva y le dijo en voz muy baja:

—Les he dado el amor propio.

La Gaceta Literaria, 28 de febrero de 1863

I. ANÁLISIS

1) Resumen

Este cuento, o mejor será denominarlo «apólogo», como reza en el título, es de ambiente hindú. Se une a las otras dos leyendas del mismo ambiente («El caudillo de las manos rojas» y «La creación»). Brahma ha creado el mundo y se siente satisfecho. El espíritu de la conservación, Visnú, vela para que todo esté en su sitio. Siva, el espíritu destructor, trata de trastornar el orden, pero no puede. Un buen día, Brahma bebe más de la cuenta; desea crear algo caprichoso y extravagante y, en efecto, así lo hace. Crea la humanidad. Los hombres, conscientes de sus limitaciones, no son muy felices y casi desean desaparecer para siempre. Visnú les ofrece una bebida especial, como último recurso. Todos los hombres beben su porción. Al día siguiente, nadie quiere morir y todos sueñan con hacer grandes cosas y pasar a la inmortalidad. Visnú le confiesa a Siva que les ha proporcionado el «amor propio»; ahora el hombre ya se cree un pequeño dios. 

2) Tema

El tema principal se puede enunciar así: el amor propio no permite al hombre asumir su limitaciones vitales. Aparecen algunos subtemas interesantes: los dioses actúan caprichosamente, con graves consecuencias para la humanidad. Los enfrentamientos entre divinidades condicionan la naturaleza humana. La soberbia humana es alta y el hombre se cree más de lo que realmente es.

3) Apartados temáticos

Este relato está organizado en tres secciones. Los apartados responden a una cuidadosa distribución de la materia según un criterio temático. Los apartados del contenido son:

– El primer apartado (ocho primeros párrafos del texto)  presenta el tema y anuncia su tesis. Brahma crea la humanidad y las potencias conservadoras (Visnú) y destructoras (Siva) tratan de hacer su trabajo, venciendo Visnú.

-El segundo apartado (desde el noveno párrafo hasta el antepenúltimo, ambos inclusive) desarrolla las peripecias: Brahma crea la humanidad, esta se aburre y Visnú decide hacer algo para salvarla de la completa destrucción.

-El tercer apartado (dos últimos párrafos del texto) posee un carácter conclusivo y consecutivo. Visnú ha dotado al hombre de amor propio, autoestima, diríamos hoy, mezclada con soberbia; la consecuencia es que se cree más de lo que es y no acepta la muerte.

4) Personajes

Aparecen cuatro personajes bien perfilados:

-Brahma: es la deidad suprema, creadora del mundo. La suponemos estable y abarcadora, pero su afición a los licores la rebajan a un dios con sus debilidades y caprichos. Uno de ellos ha sido la creación de la humanidad.

-Visnú: ejerce de potencia conservadora, benigna y estabilizadora del caos del mundo. Es quien salva a la humanidad, acaso con un precio muy alto.

-Siva: funciona como la némesis o antagonista de Visnú. Se trata de la potencia destructora que intenta poner patas arriba la creación entera. 

-La humanidad: casi funciona como personaje colectivo. Primero aparece deprimida y triste, luego, tras la bebida del elixir, eufórica y radiante, hasta la inconsciencia, parece querer decirnos el autor.

El conjunto de personajes es suficiente para montar un relato sólido. Todos ellos son planos, excepto la humanidad, un tanto inestable.

5) Narrador

Aparece un narrador en tercera persona, omnisciente total (con alguna limitación como cuando afirma que Brahma bebió «y no debió de ser agua». Aparentemente objetivo y externo; su ironía constante nos hace dudar de su imparcialidad. Allá en el fondo, podemos vislumbrar su conmiseración por la suerte del hombre en el concierto de la creación.

  • Lugar y tiempo de la narración

Este extraño apólogo se desarrolla en el mundo entero, o en el universo, visto en una perspectiva más amplia. En el mundo de los dioses, el espacio ha de ser muy amplio, lógicamente. El tiempo de la escritura es el de principios del año 1863; se publicó a finales de febrero, luego podemos deducir que su elaboración procede de esa época. El tiempo de la acción narrada se remonta al origen del universo y de la humanidad. Estamos en el origen del mundo. La duración de la acción es breve, acaso solo días, aunque las acotaciones temporales son mínimas. 

6) Comentario estilístico

Bécquer exhibe un dominio muy amplio y feliz de la lengua castellana en la elaboración de este cuento. El léxico está sometido a una depuración constante, bajo el criterio de la propiedad, la claridad y la expresividad. En sintaxis se aprecia un dominio del periodo corto, reconcentrando el sentido. A veces, incluso forman un párrafo propio. 

Los recursos estilísticos se emplean con acierto y propiedad. Personificaciones, metáforas, símiles, bimembraciones, paralelismos y otras repeticiones embellecen el texto notablemente. La adjetivación es rica y muy expresiva. Aporta matices sinestésicos y sensoriales muy evocadores (el penúltimo párrafo, dedicado a la descripción del pordiosero llamando a un portón de «una vetusta casa solariega» es de una expresividad viva, convincente y de un gran poder plástico).

El apólogo posee un ritmo suave y creciente. Los golpes de guion aportan variedad e intriga. Brahma crea la humanidad en un momento de poca lucidez, y solo así se explica tan imperfecta y perturbadora creación. Condenada al fracaso y el exterminio, el elixir de Visnú la salva. Dota al hombre de una alta estima personal y todos se creen muy superiores a lo que realmente son.

Es interesante destacar el tono irónico, burlón y satírico del conjunto de la narración. El ser humano es risible, aunque él no lo sabe, o aparenta desconocerlo. La atmósfera de chocarrería entre camaradas esconde una amarga reflexión sobre la condición humana. Frases coloquiales, modismos y giros propios del ámbito informal velan una mirada escéptica, y hasta amarga, del autor sobre el asunto de su narración. En realidad, estamos ante una cosmogonía humorística y sarcástica.

Otro rasgo curioso (que Bécquer emplea de vez en cuando) es crear tantos párrafos como oraciones. Crea una sensación extraña de lectura; se atomiza o disgrega el relato, en analogía con el contenido. El cierre abrupto, con una intervención breve y seca de Visnú, aumenta el impacto lector.

7) Contextualización de la época y del autor

Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 – Madrid, 1870) es un autor tardo-romántico. En realidad, encarna en su vida y su obra el paradigma del artista romántico, incluyendo una vida bastante atormentada y la muerte temprana.

Bécquer es, sin duda, el gran poeta romántico español, además de un prosista de elevados valores estéticos. Lo más paradójico y llamativo es que inicia su producción poética cuando se apagaban los últimos rescoldos románticos. Se le ha llamado poeta «tardorromántico» (junto con la insigne Rosalía de Castro), y con mucha propiedad. En un momento en que el realismo, con su observación minuciosa de la realidad, sobre todo la sórdida, y el triunfo de los valores burgueses, Bécquer presenta una poesía subjetiva, lírica y vibrante. Acaso por eso pasó sin pena ni gloria entre sus contemporáneos. Se ha destacado como influencias destacadas en Bécquer la de la poesía popular tradicional andaluza y la romántica alemana (especialmente, la del poeta H. Heine). Ambos componentes son importantes y contribuyeron a la concentración expresiva, la relativa sencillez compositiva y el sesgo intimista y dramático de sus composiciones. Resumimos brevemente los rasgos de la poesía romántica, bien verificables en este poema (se pueden encontrar más explicitados, en este mismo blog, en otros análisis de otros poemas de Bécquer):

-Subjetividad: el yo prima por encima de toda otra consideración. La contemplación del mundo y sus circunstancias gira en torno a la persona del poeta, que se interesa sobre todo por expresar su individualidad, en general, en choque con el mundo. Se aprecia muy bien en el empleo de los verbos en primera persona.

-Intimismo: frente a la exterioridad y el grupo, al poeta le interesa su interioridad y el modo de encajar su persona en una sociedad, en general, hostil.

-Sentimentalidad: el mundo de las emociones es más interesante que el de las observaciones o de las acciones. El poeta se centra principalmente en escuchar, ordenar y transmitir poéticamente sus sentimientos.

-Empleo cómplice de la naturaleza: distintos elementos naturales sirven para expresar un estado de ánimo, sea el que fuere. Aquí, hemos visto cómo un ave, la golondrina, y una planta, la madreselva, sirven para expresar la amargura del abandono amoroso.

-Cierta rebeldía y exaltación de la libertad: en este poema apenas se manifiesta en cuanto al fondo. En la forma, podemos apreciar cómo Bécquer combina versos y rimas de distinto ámbito, rompiendo con los moldes clásicos, para crear poemas brillantes y vibrantes.

 En cuanto a su producción narrativa, en la que se incluye esta leyenda, captamos muy bien los rasgos básicos del Romanticismo:

a) Preferencia por motivos y asuntos medievales: personajes, acciones y modos de vivir y sentir son los propios de una Edad Media idealizada y, por momentos, agrandada en la imaginación de los románticos.

b) Focalización en los sentimientos y emociones de los personajes, frente a las acciones o pensamiento político, social, etc.

c) Los personajes, sobre todo los protagonistas, actúan como héroes, guiados por el honor, la valentía y la honra.

d) La naturaleza posee un valor en sí misma porque acompaña al estado de ánimo y a las acciones de los héroes y heroínas. Se puede apreciar muy bien en este cuento: noche, ruidos, monte tenebroso, etc. acompañan muy bien a sentimientos de miedo, temor, amor frustrado, etc.

e) Los finales trágicos se imponen sobre los felices: la grandeza del protagonista, incomprendido, se estrella contra la chata realidad y eso acarrea su muerte.

f) El misterio, lo desconocido, la difusa línea entre razón y locura, entre lo racional y lo irracional, son elementos constitutivos del relato romántico.

Este relato, a medio camino entre el artículo de costumbres y el ensayo periodístico, es un ejemplo maravilloso de cómo Bécquer asume los presupuestos artísticos del Romanticismo y los vuelca con elegancia y acierto en este cuento de tradición popular.

Bécquer publicó en vida, en periódicos y revistas, sus Leyendas y Rimas. Tras su muerte, sus amigos recogieron su obra en Obras (Madrid, 1871), luego ampliada con otros poemas y narraciones en sucesivas ediciones. Tampoco debemos olvidar su bellísima y fecunda producción teatral.

9) Interpretación

Este cuento didáctico (eso es un apólogo) es una reflexión un tanto amarga sobre la naturaleza humana. El hombre es solo un capricho de los dioses en un momento de aturdimiento de estos. Las inquinas entre los dioses han condicionado el desarrollo de la humanidad. Nuestra salvación arrastra la pesada cadena de la soberbia: nos creemos mucho más de lo que somos, de ahí que nos forjemos sueños que nunca se realizarán; son solo el producto de nuestra excesiva autoestima.

La actitud de Bécquer, como narrador, no es objetiva, sino que tiñe de una melancólica tristeza todo su relato. Queda, allá en el fondo, una tristeza conformista con la condición humana: si creernos imprescindibles en la creación nos da un motivo para vivir, bienvenido sea; esta es la lección que late en el fondo. 

Se trata de una minileyenda artística que reflexiona sobre la condición humana, bien triste y limitada, según Bécquer. Cierto pesimismo existencial se cierne sobre el conjunto del relato. Aprovecha el marco de la cosmogonía hindú para reflexionar con cierta amargura humorística sobre el destino del hombre en la tierra; por cierto, no muy brillante.

10) Valoración

Hemos leído un hermoso cuento, «Apólogo», lleno de valores artísticos y de pensamiento, los cuales nos permiten entender el Romanticismo en su esplendor. El contenido es sombriamente reflexivo. El pesimismo sobre la condición humana y sus posibilidades existenciales recorren todo el texto.  Bécquer tiene veintisiete años cuando escribe este relato; a pesar de estar en la flor de la vida, sus pensamientos son poco optimistas. 

La arquitectura del apólogo es clásica. La novedad mayor radica, creemos, en el tono irónico, casi zumbón, que palpita en su interior. Bécquer conocía muy bien la cosmogonía hindú; de hecho, publica otras dos leyendas sobre este asunto. Se ha documentado ampliamente (en su época, estaba en voga este asunto) y utiliza sus conocimientos como materia literaria para reflexionar sobre la existencia humana. El planteamiento es original, meditado y serio. El resultado, como podemos verlo, es muy positivo y literariamente feliz.

Casi 150 años después de su escritura, este artículo de opinión goza de una frescura y actualidad evidentes. Hoy, como en 1863, el cuento nos muestra un hombre comprometido con su tiempo y preocupado por resolver el olvido de los viejos modos de vivir.

II. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Estas actividades educativas se pueden realizar en el aula, o en casa; de modo individual, o grupal; orales o escritas; con o sin apoyo de las TIC, a criterio del profesor).

  1. Comprensión lectora

1) Resume el texto.

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos.

4) ¿Por qué se enfrentan Visnú y Siva?

5) Explica la figura del narrador en este relato

6) ¿Por que Brahma crea la humanidad?

7) Localiza y explica media docena de recursos estilísticos.

  1. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Qué rasgos románticos se aprecian en el texto?

2) ¿Cómo se relaciona el «amor propio» de los hombres con los dioses?

3) Explica el tono zumbón del narrador a lo largo del cuento.

4) ¿Cómo se aprecia en el texto el caprichismo de los dioses respecto de los hombres?

5) ¿Es lógico el comportamiento de la humanidad?

6)  Una vez leído el artículo, ¿podemos afirmar que Bécquer tenía un pensamiento optimista y realista? 

  1. Fomento de la creatividad

1) Escribe un apólogo o cuento, realista o fantástico, de contenido reflexivo, como el de Bécquer que has leído.

2) Cambia el final del relato de Bécquer en el sentido que consideres más idóneo.

3) Transforma el texto en otro género literario (teatro, poesía, ensayo) para comprobar cómo varía el mensaje según su forma.

4) Aporta imágenes o ejemplos de nuestra sociedad contemporánea que pudieran ser buenos escenarios, o ejemplos, sobre el destino del hombre en el sentido becqueriano.

5) Realiza una presentación, con cartel o con medios TIC, ante la clase o la comunidad educativa sobre Bécquer y el Romanticismo.

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