Gustavo Adolfo Bécquer: «La ridiculez» (artículo periodístico); análisis y propuesta didáctica

G. A. BÉCQUER: «LA RIDICULEZ»

Texto original completo

La ridiculez es un accidente moderno en la historia de las costumbres.

Merced a sus revoluciones internas, los pueblos, como los individuos, suelen cambiar de

temperamento más de una vez en su vida.

En estos cambios, el virus social toma diversas formas para manifestarse.

A nosotros nos ha tocado la manía de la ridiculez por azote.

Antes de seguir hablando sobre la ridiculez, parecía natural que procediera a definirla exactamente. Cansados de darle muchas vueltas al asunto, cuantos han tratado de definir la gracia han concluido por ponerse de acuerdo en que es un no sé qué inexplicable.

Y después de esta verdad inconcusa [firme] no se ha encontrado definición más exacta.

Pues hallo la fórmula, a ella me ajusto.

La ridiculez, como la gracia, es un no sé qué indefinible.

¿Quién sabe, si no, en qué consiste, cuál es su forma de manifestación, dónde comienza, dónde concluye?

Se ha dicho, sin embargo, que la gracia es la luz de la fisonomía.

Esto no es una definición, es una frase; pero la frase es bonita y ha hecho fortuna, lo cual prueba que, como las tortas a falta de pan, son buenas las frases a falta de definiciones.

Puesto en este camino, mi tarea se simplifica extraordinariamente.

La ridiculez es una cosa horrible que hace reír.

Es algo que mata y regocija.

Es Arlequín que cambia su espada de madera por otra de acero, asesina con ella en broma y dice después a su víctima una bufonada por toda oración fúnebre.

Es Mefistófeles, con peor intención y menos profundidad, que se burla de todo lo santo.

Es Falstaff, menos filósofo y más raquítico, que empequeñece todo lo grande.

Ésta es también una frase.

Tanto valdría afirmar que el agua en el universo hay que buscarla en la tinaja de mi cocina.

El ridículo se encuentra un paso más allá del sublime, porque se encuentra un paso más allá de todo.

Y, lo que es peor, un poco más acá también.

Es un monstruo que nos tiene tendida una red inmensa y oculta.

Un enemigo artero que se esconde detrás de nuestras más sencillas acciones, de nuestras palabras más inocentes, de nuestros movimientos más insignificantes.

Todos andamos temblando con el miedo de caer en su celada.

Todos vivimos con la angustia de Damocles y del licenciado Vidriera, temiendo que se rompa el hilo que suspende el ridículo sobre nuestra cabeza y nos atraviese como con una espada o nos quiebre como con un cántaro caído de una torre.

Y no es extraño este exagerado temor.

La ridiculez, como dejo dicho, es la muerte social.

Una muerte dolorosa y cómica por añadidura.

Contra este veneno se ha encontrado, no obstante, un específico.

Pero en este caso sí que puede decirse que es peor el remedio que la enfermedad.

La ridiculez se cura con sangre.

Es preciso espantar si no se quiere hacer reír.

Una vez erizada la sociedad de estos escollos, los hombres, como los navegantes, debiéramos tener una carta hidrográfica para navegar por sus aguas sin peligro.

Yo sé, próximamente, lo que es bueno y lo que es malo.

Yo sé lo que se castiga y lo que se premia. La religión tiene su catecismo.

La sociedad, sus leyes civiles y criminales.

Nadie conoce, sin embargo, el código de la ridiculez.

Nadie, aunque quisiera, podría atenerse a la ley escrita

¿Cómo distinguirla, pues?

¿Cómo evitarla, si nada hay más elástico que su círculo de acción?

Es ridículo desde el pobre diablo que lleva una levita de hechura atrasada hasta el esposo a quien arrebatan su honor.

Quitad el desenlace a El médico de su honra, y queda el protagonista en ridículo.

Dadle un fin trágico a El lindo don Diego, y lo convertís en un personaje decoroso.

La teoría del ridículo, sentada sobre esta base, no dejaría de ser un tanto peligrosa.

¿En qué consiste, entonces, la ridiculez?

Entran en su dominio las lágrimas de sentimiento y la hechura de ciertos cuellos de camisa.

La turbación del amante y la manera de andar de ciertas personas.

La sencilla franqueza del hombre honrado y tal o cual corte de gabán.

Lo que he observado es que los bribones y los truhanes son los únicos que nunca se encuentran en ridículo.

Y, sin embargo, se dice que el ridículo es peor que la muerte.

Y, sin embargo, el estar o no en ridículo es independiente de nuestra voluntad, porque nos puede poner el primero a quien se le antoje.

Cuando se para mientes en estos absurdos de la vida, se cree que la lógica se ha hecho para entretenimiento de los escolares.

El sistema decimal hará uno, con el tiempo, los diversos sistemas de monedas, pesos y medida del mundo.

Un idioma universal acabará, más tarde o más temprano, por hacer que todos los hombres se entiendan entre sí.

En las apreciaciones sociales, nunca dejará cada uno de ver las cosas por un prisma diferente.

«Dadme un punto de apoyo ─decía Arquímedes─ y levantaré en peso el mundo.»

Dadme una verdad social, digo yo, y partiendo de ella, las hallaré todas y daré, como Moisés, unas tablas de la ley y haré de la tierra un paraíso.

Quizá por esta última razón estaremos condenados a buscarla eternamente, sin hallarla nunca.

Gaceta literaria (14 de marzo, 1863)

I. ANÁLISIS

1) Resumen

En este artículo, Bécquer aborda el asunto de la ridiculez. Trata de identificar su naturaleza y las normas por que se rige. Descubre que no las hay, pues cambian con el tiempo y según el asunto, por un lado; por el otro, cada persona establece su norma de lo que es ridículo o no. Afecta al modo de vestir, al modo de actuar, es decir, está en relación directa con los usos sociales. No depende de uno, sino de los demás. A muchos aspectos de la vida le retiramos el componente trágico y queda algo ridículo. Eso muestra que la separación entre lo doloroso y lo risible es muy pequeña y se pueden confundir fácilmente. Si tuviéramos una definición clara de la ridiculez, podríamos elaborar normas para evitarla, pero no es el caso. El corolario es que estamos destinados a vivir en este relativismo de valores sociales porque no hay «una verdad social» inmutable y válida. 

2) Tema

El tema principal se puede enunciar así: la ridiculez actúa sobre los hombres de modo implacable y, en general, negativamente, aunque no sabemos exactamente qué es. Aparecen algunos subtemas interesantes: la ridiculez afecta a todos los aspectos de la vida y nadie escapa a su tiranía; no hay modo de definirla, así que tendremos que seguir buscándola.

3) Apartados temáticos

Este relato está organizado en tres secciones. Los apartados responden a una cuidadosa distribución de la materia según un criterio temático. Los apartados del contenido son:

– El primer apartado (párrafos 1-4 del texto)  presenta el tema y anuncia su tesis. La ridiculez está presente en nuestra vida diaria, pero no podemos aprehenderla con facilidad.

-El segundo apartado (desde el párrafo n.º 5 hasta el quinto, contando desde el final) desarrolla los argumentos de su tesis. La ridiculez afecta al aspecto externo de la persona, a su vida privada, pero también a su pensamiento, creencias, etc. No sabemos qué es, pero sufrimos sus consecuencias.

-El tercer apartado (cuatro últimos párrafos del texto) posee un carácter conclusivo y consecutivo. Señala Bécquer que no es posible definir la ridiculez y, por tanto, defendernos ante sus peligros, que son de orden social.

4) Análisis estilístico

Bécquer exhibe un dominio muy amplio y feliz de la lengua castellana. El léxico está sometido a una depuración constante, bajo el criterio de la propiedad, la claridad y la expresividad. En sintaxis se aprecia un dominio del periodo corto, reconcentrando el sentido. A veces, incluso forman un párrafo propio. 

Los recursos estilísticos se emplean con acierto y propiedad. Personificaciones, metáforas, símiles, bimembraciones, paralelismos y otras repeticiones embellecen el texto notablemente. La adjetivación es rica y muy expresiva. Aporta matices sinestésicos y sensoriales (visuales, con efectos tenebristas, por los claroscuros donde se desarrolla el duelo; auditivos, como el chocar de los sables; táctiles, etc.).

El artículo posee un ritmo suave y creciente. Su estructura paralela es firme y clarificadora respecto de la tesis que desea mantener: la imposibilidad de definir qué es la ridiculez y cómo podemos evitar sus nefastas consecuencias. Muestra una gran originalidad realizando párrafos de una sola oración, la mayoría de las veces muy breve, sin ocupar la línea completa.

5) Contextualización de la época y del autor

Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 – Madrid, 1870) es un autor tardo-romántico. En realidad, encarna en su vida y su obra el paradigma del artista romántico, incluyendo una vida bastante atormentada y la muerte temprana.

Bécquer es, sin duda, el gran poeta romántico español, además de un prosista de elevados valores estéticos. Lo más paradójico y llamativo es que inicia su producción poética cuando se apagaban los últimos rescoldos románticos. Se le ha llamado poeta «tardorromántico» (junto con la insigne Rosalía de Castro), y con mucha propiedad. En un momento en que el realismo, con su observación minuciosa de la realidad, sobre todo la sórdida, y el triunfo de los valores burgueses, Bécquer presenta una poesía subjetiva, lírica y vibrante. Acaso por eso pasó sin pena ni gloria entre sus contemporáneos. Se ha destacado como influencias destacadas en Bécquer la de la poesía popular tradicional andaluza y la romántica alemana (especialmente, la del poeta H. Heine). Ambos componentes son importantes y contribuyeron a la concentración expresiva, la relativa sencillez compositiva y el sesgo intimista y dramático de sus composiciones. Resumimos brevemente los rasgos de la poesía romántica, bien verificables en este poema (se pueden encontrar más explicitados, en este mismo blog, en otros análisis de otros poemas de Bécquer):

-Subjetividad: el yo prima por encima de toda otra consideración. La contemplación del mundo y sus circunstancias gira en torno a la persona del poeta, que se interesa sobre todo por expresar su individualidad, en general, en choque con el mundo. Se aprecia muy bien en el empleo de los verbos en primera persona.

-Intimismo: frente a la exterioridad y el grupo, al poeta le interesa su interioridad y el modo de encajar su persona en una sociedad, en general, hostil.

-Sentimentalidad: el mundo de las emociones es más interesante que el de las observaciones o de las acciones. El poeta se centra principalmente en escuchar, ordenar y transmitir poéticamente sus sentimientos.

-Empleo cómplice de la naturaleza: distintos elementos naturales sirven para expresar un estado de ánimo, sea el que fuere. Aquí, hemos visto cómo un ave, la golondrina, y una planta, la madreselva, sirven para expresar la amargura del abandono amoroso.

-Cierta rebeldía y exaltación de la libertad: en este poema apenas se manifiesta en cuanto al fondo. En la forma, podemos apreciar cómo Bécquer combina versos y rimas de distinto ámbito, rompiendo con los moldes clásicos, para crear poemas brillantes y vibrantes.

 En cuanto a su producción narrativa, en la que se incluye esta leyenda, captamos muy bien los rasgos básicos del Romanticismo:

a) Preferencia por motivos y asuntos medievales: personajes, acciones y modos de vivir y sentir son los propios de una Edad Media idealizada y, por momentos, agrandada en la imaginación de los románticos.

b) Focalización en los sentimientos y emociones de los personajes, frente a las acciones o pensamiento político, social, etc.

c) Los personajes, sobre todo los protagonistas, actúan como héroes, guiados por el honor, la valentía y la honra.

d) La naturaleza posee un valor en sí misma porque acompaña al estado de ánimo y a las acciones de los héroes y heroínas. Se puede apreciar muy bien en este cuento: noche, ruidos, monte tenebroso, etc. acompañan muy bien a sentimientos de miedo, temor, amor frustrado, etc.

e) Los finales trágicos se imponen sobre los felices: la grandeza del protagonista, incomprendido, se estrella contra la chata realidad y eso acarrea su muerte.

f) El misterio, lo desconocido, la difusa línea entre razón y locura, entre lo racional y lo irracional, son elementos constitutivos del relato romántico.

Este relato es un ejemplo maravilloso de cómo Bécquer asume los presupuestos artísticos del Romanticismo y los vuelca con elegancia y acierto en este cuento de tradición popular.

Bécquer publicó en vida, en periódicos y revistas, sus Leyendas y Rimas. Tras su muerte, sus amigos recogieron su obra en Obras (Madrid, 1871), luego ampliada con otros poemas y narraciones en sucesivas ediciones.

7) Interpretación

Este artículo becqueriano, «La ridiculez», es claro y perspicaz. Bécquer analiza el concepto de la ridiculez y descubre que no hay modo de acotarla. Es un asunto social, no privado. También advierte que afecta a hechos y comportamientos muy distintos, signo inequívoco de que no se puede definir tan fácilmente. 

Observa, ejemplificando con obras teatrales de la tradición española, que la línea separadora de la ridiculez y lo trágico es muy delgada. En muchos casos, lo ridículo aboca a lo sangriento porque las normas sociales imponen actuaciones drásticas (como el sentido de la honra en cuanto a la fidelidad conyugal). El final es firme: no podemos definir la ridiculez, aunque sería bueno que así fuera para elaborar unas normas que nos permitieran evitarla sin peligro. 

Se trata de un artículo perspicaz y agudo de alcance social. La reflexión nos muestra claramente la naturaleza confusa de la ridiculez y la conveniencia de la prevención para no caer en sus garras.

8) Valoración

Hemos leído un ensayo, «La ridiculez», lleno de valores artísticos y de pensamiento, los cuales nos permiten entender el Romanticismo en su esplendor. El contenido es reflexivo e interpretativo a partes iguales. Se trata de un asunto importante porque nos afecta a todos, en mayor o menor medida. El sentido del ridículo nos marca cómo vestir, o actuar, o pensar, o creer. No es, pues, un asunto baladí. 

Y sin embargo, no hay modo de comprender la ridiculez coherentemente. Notamos su peso, pero no podemos diseccionar su naturaleza para evitar sus efectos negativos. El hombre se ve obligado a seguir buscando su esencia para prevenir sus pequeñas crueldades.

Casi 150 años después de su escritura, este artículo de opinión goza de una frescura y actualidad evidentes. Hoy, como en 1863, el artículo nos muestra un hombre comprometido con su tiempo y preocupado por resolver el «pavoroso problema de la miseria social».

II. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Estas actividades educativas se pueden realizar en el aula, o en casa; de modo individual, o grupal; orales o escritas; con o sin apoyo de las TIC, a criterio del profesor).

  1. Comprensión lectora

1) Resume el texto.

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos.

4) Aporta tres argumentos de Bécquer sobre la naturaleza de la ridiculez.

5) Explica la estructura: ¿analítica, sintética o paralela o circular?.

6) Señala los aspectos históricos de la ridiculez..

7) Localiza y explica media docena de recursos estilísticos.

  1. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Qué rasgos románticos se aprecian en el texto?

2) ¿Cómo se relaciona la ridiculez con el descrédito social?

3) Explica el sentido de las Tablas de Moisés en este texto.

4) ¿Cómo se aprecia en el texto la preocupación por los problemas sociales del momento?.

5) El sentido del ridículo, ¿afecta al pensamiento y comportamiento de las personas?

6)  Una vez leído el artículo, ¿podemos afirmar que Bécquer tenía un pensamiento social optimista y realista? 

  1. Fomento de la creatividad

1) Escribe un artículo realista de contenido reflexivo como el que has leído, en una época que te guste especialmente, incluida la contemporánea.

2) Cambia el final del artículo de Bécquer en el sentido que consideres más idóneo.

3) Transforma parte del texto en un relato literario.

4) Aporta imágenes de nuestra sociedad contemporánea que pudieran ser buenos escenarios, o ejemplos, sobre la ridiculez en el sentido becqueriano.

5) Realiza una presentación, con cartel o con medios TIC, ante la clase o la comunidad educativa sobre Bécquer y el Romanticismo.

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