La sirena del norte
[1] Un tiempo fue que la falaz Sirena 1
Del mar de Mediodía
Sobre las rocas de la costa helena
Las naves en el piélago sumía.
[2] Que ya entonces el hado revelaba 5
Al hombre sin ventura,
Que también el placer la vida acaba;
¡Que también es un monstruo la hermosura!
[3] Ya el Egeo tan pérfidos cantares
No escucha, ni el Euxino. 10
Cuando la muerte corre aquellos mares,
Truena como el cañón de Navarino…
[4] Más felices del Norte las regiones
Aún tienen su cantora;
Que no siempre de crudos aquilones 15
Domina allí la furia bramadora.
[5] De aquel mar la Sirena melodiosa
Es nuncio de consuelo;
Cuando ella canta, el pescador reposa,
Huyen las nubes… se serena el cielo. 20
[6] Vésela entonces parecer ligera
Cual niebla de verano,
O en los bosques vagar de la ribera,
O surcando la espuma del Océano.
[7] Luce a veces cual raudo meteoro, 25
Sobre el oscuro monte;
O allá, cayendo el sol, cual nube de oro,
Asoma sobre el líquido horizonte.
[8] Ora se asienta en el escollo alzado,
Que el huracán azota; 30
Ora sobre un bajel abandonado,
A la merced de las tormentas flota.
[9] Busca la vista alguna vez en vano
Dó resuena su acento:
Otras también la voz del Océano 35
Su voz asorda, o se la lleva el viento.
[10] Yo la vi un tiempo en mi natal ribera
De la noche a deshora,
Tender fulgente en la estrellada esfera
Ráfaga hermosa de boreal aurora. 40
[11] De allí sus alas cándida agitaba
Cual cisne en su laguna,
Y en el arpa de nácar que pulsaba,
Vibrar me pareció rayo de luna.
[12] Lejano empero a mi sentir huía 45
Su remontado acento;
Tal vez allá lograban su armonía
Los globos percibir del firmamento!…
[13] Mas tendió al fin su pavonado manto
La noche; y más vecino 50
Fueme ya dado interpretar su canto,
Y su concierto comprender divino.
[14] Pasado había el áspero bramido
De equinoccial tormenta;
Era ya el tiempo en que el flotante nido 55
Sobre las ondas el alción sustenta.
[15] La atmósfera brillaba transparente,
Melancólica y pura,
Cual siempre brilla en la estación doliente
En que su último adiós dice natura. 60
[16] Chispas brotaba de argentada lumbre
Fosfórica la playa,
Y allá se veía en la enriscada cumbre
La hoguera relucir de la atalaya.
[17] Sobre la mar las barcas vagarosas 65
Del pescador se mecen,
Que ora cruzan cual sombras silenciosas,
Ora con mil antorchas resplandecen.
[18] Y el fruto de su afán de cuando en cuando
Cual ufano guerrero, 70
Sobre el marino caracol soplando,
A las playas anuncia el marinero.
[19] Al pie solloza de la vieja ermita
El búho sus congojas:
La ráfaga de otoño el bosque agita, 75
Y arrancadas volar se oyen las hojas.
[20] Entonces fue cuando elevó su acento
La escondida Sirena:
Yo no la vi; no revoló en el viento;
No apareció en las ondas, ni en la arena! 80
[21] Allí sonó do escombran la ribera
Religiosas ruinas;
Allí rústico templo un día fuera;
Allí oró el pueblo fiel de las marinas.
[22] Minó la mar sus frágiles cimientos 85
Al altar de la aldea;
Las ondas derribáronle y los vientos,
Y cubrirále en breve la marca.
[23] Allí se oyó en voz; allí el sonido
De su arpa soberana; 90
Dulce cual melancólico gemido,
Solemne como el son de la campana.
[24] Eran sólo infelices pescadores
Los que su canto oían;
Del puerto los tranquilos moradores 95
Del primer sueño en la quietud yacían.
[25] Y en tanto yo, cavé una cruz sentado,
Absorto y vigilante,
En voz oí de oráculo inspirado,
Que así cantó sencilla al navegante: 100
[26] «Incierto surcador del Océano,
Que ante su yerma inmensidad perdido,
Rumbo buscas al término lejano
Del hemisferio antípoda escondido,
Sigue, sigue atrevido 105
Tu audaz seguro vuelo,
Y allá en los altos mares te abalanza:
Su inmensa soledad es tu esperanza…
Tu guía está en el cielo!
[27] »Un tiempo fue que el mísero marino 110
Senda en esos desiertos no tuviera,
Y en la noche del mar fue su camino
La cercana extensión de la ribera.
Indefensa y ligera
Jamás la débil quilla 115
De los rudos escollos se alejaba,
Y el primer soplo de aquilón sembraba
De fragmentos la orilla.
[28] «Mil Caribdis entonces abismosas
De monstruos y terror el mar sembraron, 120
Y las columnas de Hércules famosas
Las puertas del Océano cerraron.
En vano se lanzaron
Aquellos hombres fieros
A recorrer del orbe los caminos; 125
Que la tierra, en sus ámbitos mezquinos…
Los cerró prisioneros!
[29] »La tradición guardó de los mortales
Fama de un universo allá escondido,
Y al recordarle el hombre en sus anales 130
Tristemente escribió: ¡Mundo perdido!
Más breve: fue que henchido
De ignorancia altanera,
Llamar osó quiméricas visiones
A las vastas incógnitas regiones 135
Do llegar no pudiera.
[30] »Y al fin brilló una noche de ventura
En que, en la erguida popa reclinado,
El nauta al fin interrogó a Natura
Sobre el rumbo a los hombres ignorado. 140
No, no, clamó inspirado:
Su inmensurable vía,
No en tan estrechos límites se encierra,
No brillará jamás desde la tierra
El fanal de mi guía. 145
[31] »De ese desierto inmenso los destinos
Sólo otra eterna inmensidad iguala.
De ese Ponto ignorado los caminos
Sólo el celeste Océano señala.
Su bóveda es mi escala; 150
Allí tiene mi vuelo
Marcadas ya sus rutilantes huellas:
Yo surcaré la esfera y las estrellas…
Mi camino es el cielo!
[32] «Mas ¡ay! que alguna vez negros crespones 155
Ante su inmóvil faro se tendieron,
Y entre olas de aplomados nubarrones
También los astros náufragos se hundieron.
¿Dó entonces se acogieron
Las pavoridas näos? 160
¿Quién rasgó de natura el manto denso?
¿Qué antorcha pudo iluminar lo inmenso
De aquel profundo caos?
[33] »¿Quién sino Dios, entre un oculto Cielo.
Mediador puede ser y el Océano? 165
A descorrer su impenetrable velo,
¿Cómo llegara de un mortal la mano?
Preciso fue un arcano;
Pudo en la tierra solo
Un misterio recóndito, profundo, 170
Marcar el cielo… y revelar al mundo
La brújula y el polo.
[34] »¿Do vas? ¿Do vas, huyendo la ribera?
La ignorancia gritó.» ¿Por qué ese cielo,
Por qué ese norte buscas, do te espera, 175
La eterna noche y el eterno hielo?
Y a su imbécil recelo
Impávido el marino
Mostrando alegre el polo refulgente,
He allí, clamó, en la bóveda esplendente, 180
Una estrella, un Destino…
[35] »He allí brillar la inmóvil atalaya
De donde vela Dios sobre mi suerte.
Mientras luce, estrellándose en la playa,
Siniestra espuma de naufragio y muerte. 185
¡Sus!»- Y a su voz, más fuerte
Que el piélago iracundo,
El ondulante pabellón alzóse,
Y al fin… siervo el Océano postróse
Ante el señor del mundo. 190
[36] »Viéronle allá las tierras de Occidente,
Y más allá le vieron nuevos mares…
Y más allá volver por el Oriente
Le vieron, con asombro, sus hogares
De tormentas y azares 195
Triunfador en su vuelo,
Sin fanales, sin ruta, sin ribera,
Do le plugo llegar, llegó do quiera.
Guiado por el cielo…
[37] »Deja, deja los riscos espumosos 200
Marinero, a los fieros huracanes:
Ni esos faros te guíen engañosos
Incendios ¡ay! tal vez… tal vez volcanes
La luz de tus afanes
No alumbra en ese suelo; 205
Allá la busca en mares sin orilla,
Do encendida por Dios, eterna brilla
La inmóvil luz del cielo.
[38] »Y tú, infeliz habitador del mundo,
Que en procelosa vida navegante, 210
También ignoras de ese mar profundo
El misterioso término distante…»
[39] Súbita en esto ráfaga del monte
Sopló sobre los mares,
Y arrebató perdido al horizonte 215
El postrimero son de sus cantares.
[40] No más oí de la gentil Sirena
El concierto divino:
Sino el tumbo del mar sobre la arena…
¡Y el bronco son del caracol marino! 220
- ANÁLISIS
1) Resumen
El contenido del poema discurre por diferentes secciones de contenido, que ahora desglosamos:
-Vv. 1-100: se crea un marco narrativo; primero se recuerda la existencia de las sirenas; vivieron en el Mediterráneo, en la antigua Grecia, pero ya desaparecieron para siempre. Sin embargo, habitan los mares del norte. El yo poético ha sido testigo de la aparición de una sirena. En una noche serena, primero tranquila, luego revuelta, el yo poético contempla, atónito, la aparición de una sirena, un extraño ser, con apariencia angelical, pues tiene alas. La recreación de un paisaje marino, hermoso y solitario, donde solo se halla el yo poético contemplando el mar ocupa una buena parte de esta sección temática.
-Vv. 101-212: La sirena relata un extraño episodio a los marineros que faenan en sus barcos, no lejos de la costa; el yo poético también escucha y nos transmite las palabras literales de la sirena. El hombre siempre ha buscado indagar en lo ignoto, lo desconocido. A pesar de los riesgos de aventurarse con sus naves en zonas ignotas, siempre ha ido un poco más allá, con peligro cierto para su vida, pero el ser humano es así, algo temerario y curioso. De hecho, recorrió, con la ayuda de Dios, el mundo navegando hacia el oeste y volviendo a su hogar por el este. La sirena le pide que ceje ya ese empeño porque hay misterios que es mejor dejarlos como están, pues los términos finales de los mares los ignoramos.
-Vv. 213-220: el mar se agita, la sirena desaparece y finaliza el poema. El yo poético no oye más a la sirena, sino al ruido del oleaje al estrellarse en la orilla.
2) Tema del poema narrativo
El tema principal de este poema es el encuentro del yo poético con una sirena septentrional que narra elogiosamente las navegaciones marítimas de los hombres. Otro acercamiento válido podría ser: la magia y el misterio del mar.
3) Secciones de contenido
Podemos encontrar varias secciones de contenido bien marcadas, que hemos ido delimitando en el resumen. La última sección es mucho más breve que las dos primeras, de modo que existe un planteamiento original centrado en la belleza cantábrica y en el relato de la sirena sobre el afán del hombre por escudriñar hasta el último rincón de la Tierra, incluidos los mares.
4) Aspectos métricos y de la rima
Las veinticinco primeras estrofas y las tres últimas poseen la misma estructura; coincide con la parte narrativa del poema, a cargo del yo poético. Cada estrofa está formada por cuatro versos endecasílabos, excepto el segundo, que es heptasílabo; la rima corresponde a la de la cuarteta; riman el primero con el tercero y el segundo con el cuarto. Se representa así: AbAB. La parte donde la sirena habla en estilo directo, entrecomillado, está formado por doce estrofas de nueve versos (y una más de cuatro versos, como las correspondientes al yo poético que hace narrador). La estructura es: 11A, 11B, 11A, 11B, 7b, 7c, 11D, 11D, 7d. Se puede apreciar la rima de un cuarteto, un verso de enlace que rima con el último del cuarteto y una redondilla (por su rima, no por el número de sílabas).
Estas estrofas no se corresponden con la tradición poética española. Díaz ha creado y dispuesto este artefacto poético con originalidad y gran talento. Permite una fluidez de contenido muy agradable, un ritmo suave, pero incesante y, finalmente, una alta concentración de significación. El resultado es muy positivo a efectos lectores.
5) Comentario estilístico
Este poema es enteramente lírico, pues se concentra en la expresión de los sentimientos más íntimos de la persona. En otras palabras, declara el estado del alma del yo poético. La estructura estrófica aporta al texto densidad, lirismo y una depuración más elevada de la expresión en cuanto a la transmisión del sentimiento de nostalgia y pérdida del amor inocente, que el yo poético ha sentido por un enigmático ser llamado Amelia.
El dominio de la versificación por parte de Díaz es elevadísimo; no hay ripios, ni cortes, ni lagunas injustificadas. Por otro lado, el empleo atinado de todo tipo de figuras de embellecimiento imprimen belleza verbal y conceptual al conjunto. Es un valor indiscutible en este poema, creemos. Abundan las metáforas, símiles, metonimias, personificaciones, antítesis, etc. Omitimos la descripción detallada para no cansar al lector. Nos limitaremos a comentar las cuatro primeras estrofas:
[1] Un tiempo fue que la falaz Sirena 1
Del mar de Mediodía
Sobre las rocas de la costa helena
Las naves en el piélago sumía.
[2] Que ya entonces el hado revelaba 5
Al hombre sin ventura,
Que también el placer la vida acaba;
¡Que también es un monstruo la hermosura!
[3] Ya el Egeo tan pérfidos cantares
No escucha, ni el Euxino. 10
Cuando la muerte corre aquellos mares,
Truena como el cañón de Navarino…
[4] Más felices del Norte las regiones
Aún tienen su cantora;
Que no siempre de crudos aquilones 15
Domina allí la furia bramadora.
Se abre el poema recreando los efectos de las sirenas perversas que hundían los barcos helenos, pereciendo sus navegantes. “Falaz” aplicado a la figura de la sirena nos da una idea exacta de la turbiedad de este ser (totalmente personificado, pues se escribe con mayúscula inicial). En vez de “mar”, Díaz prefiere el vocablo culto “piélago”, aportando un sabor clásico y antiguo. Toda la estrofa es una oración llena de vivacidad y dinamismo.
La segunda estrofa reconcentra su significación en el último verso: “¡Que también es un monstruo la hermosura!” (v. 8). Tras la belleza aparente de las sirenas, se esconde mucha maldad. Lo que resulta paradójico a primera vista es, sencillamente, la pura verdad. La exclamación retórica aporta exaltación expresiva y funciona como un toque de atención al lector.
El Egeo y el Euxino (Mar Negro) ya no escuchan a las sirenas y ocupan la primera parte de la tercera estrofa. Alude a continuaciòn a la batalla naval de Navarino (ocurrida en 1827; en un bando, griegos y sus aliados europeos; del otro, los otomanos y egipcios; los griegos luchaban por su independencia; ganaron esa batalla naval). El símil introducido con “el cañón de Navarino”, junto con la suspensión que la sigue, forman un concepto de violencia y sangre en el Mediterráneo.
La cuarta estrofa introduce un fuerte contraste. Ahora, el yo poético se fija en las regiones “del Norte” y sus mares. Todavía conservan su “cantora”, es decir, su sirena. A pesar de los vientos del norte violentos, a veces domina la calma y amaina la “furia bramadora” (v. 12). Nótese la expresividad introducida por una adjetivación acertada, plástica y creadora de imágenes impactantes en el lector.
Estas cuatro primeras estrofas son de una bella factura poética. Describen el mar Mediterráneo fijándose en hechos antiguos y uno reciente, creando una continuidad interesante, pero con el mensaje de fondo de que ya no existen sirenas en sus mares. La cuarta estrofa crea una antítesis de sentido; ahora el yo poético se fija en el Cantábrico (o el Atlántico, en sentido lato), un mar también áspero, pero con su sirena “cantora”. La selección léxica es acertada; los recursos literarios están empleados con tino porque aportan expresividad, significaciones connotativas y profundidad de sentido interpretativo. Se trata, pues, de una poema bello, armonioso y agradable para la lectura contemplativa.
6) Contextualización
Nicomedes-Pastor Díaz Corbelle (Viveiro, Lugo, 1811 ─ Madrid, 1863) es un buen poeta romántico español, acreedor de grandes merecimientos literarios. Procedía de una familia viveirense numerosa de mediano pasar. Hizo sus primeros estudios en los seminarios de Viveiro y de Mondoñedo, en su provincia. Desde 1827 estudió Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela. Los completó en la Universidad de Alcalá de Henares, en 1833, con solo 22 años.
Tuvo amigos influyentes que le ayudaron a abrirse camino político y literario en la corte. El poeta Manuel José Quintana era el más conocido de todos. Por su mediación conoció a todos los escritores románticos contemporáneos (Zorrilla ─su protegido, andando el tiempo─, Espronceda, Larra, Ventura de la Vega y un largo etcétera). Escribía en periódicos de tendencia moderada.
Desempeñó puestos políticos en Cáceres y Santander y Segovia, con notable probidad y acierto. Como premio, recibió el nombramiento de magistrado en la Audiencia de Valladolid en 1839. Vuelve a Cáceres como intendente; su carrera política asciende con firmeza. Sus ideas políticas giraron en torno a cierto conservadurismo y eclecticismo, pensando siempre en el bien común (en la época los motejaban de “puritanos”).
Padeció una severa enfermedad en 1841, año en que falleció su padre. Escribía en periódicos como El Conservador, El Sol, etc. Ejerció de diputado conservador, liberal y moderado en las Cortes desde 1843. Su cima política la alcanzó en el cargo de ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas en 1847; dejó una imagen de eficacia y honradez. Fue miembro de la Real Academia Española.
Como muchos literatos de la época, publicaba en periódicos y revistas poemas, ensayos y relatos. Reunió la producción en verso en sus Poesías (1840). En el prólogo de este libro expone su concepción de la poesía: la concibe como reflejo de la intimidad del autor y debe poseer una cierta ambición cívica-social. El espíritu romántico se refleja muy bien en sus poemas: paisaje gallego, soledad, intimidad dolorida, angustia existencial, amenaza de la muerte, etc. Estuvo enamorado, en su adolescencia y juventud, de una joven llamada Lina; tras la muerte prematura de esta, compuso poemas doloridos por la pérdida del amor. Otro bloque de poemas son de naturaleza reflexiva y meditativa, como “En las ruinas de Itálica”. El poema que ahora comentamos, “La sirena del Norte”, es una bella e intensa composición lírica donde se recrea una escena mágica sobre el ser mitológico y su relato.
En ficción narrativa, dejó dos novelas: Una cita (1837), de tono sentimental, introspectivo y melancólico, en un ambiente gallego, relata un amor frustrado entre una pareja de jóvenes. La otra es De Villahermosa a la China. Coloquios de la vida íntima (1855). Narra la vida de un joven petimetre que acaba de misionero cristiano en China, como se insinúa en el título. También publicó ensayos políticos bien recibidos en su momento. Una obra que le concedió celebridad fue Galería de españoles célebres y contemporáneos o biografías retratos de todos los personajes distinguidos de nuestros días en las ciencias, la política, en las armas, en las letras y en las artes (1842). Ofrece retratos amables de españoles notables.
Finalmente, algunos ensayos literarios son notables, como «Del movimiento literario en España» (Museo Artístico y Literario, 1837), y «De las novelas en España» (El Conservador, 1841). Defiende los postulados románticos y defiende una literatura honda y consistente. Al poco de morir, la Real Academia Española (de la que era miembro) publicó sus Obras (1866-1868) en seis volúmenes, signo de su relevancia y aprecio en el mundo literario hispánico.
7) Interpretación y valoración
Este poema es hermoso y expresivo en grado sumo. Su interpretación es abierta porque el tratamiento temático es algo ambiguo. Ya no existen sirenas en el mar Mediterráneo, pero sí en el Atlántico. El yo poético relata un encuentro con una de ellas, o acaso la única que ha sobrevivido al paso de los años. Esta reflexiona, discursea, advierte y valora, todo al mismo tiempo. Aquí surge la ambigüedad interpretativa. ¿Es un poema moral, lírico, fantástico…? Tiene todos esos ingredientes, sin que predomine uno de ellos.
El yo poético parece inclinarse por la reflexión moral: el hombre también debe acatar ciertos límites (de inteligencia, de ímpetu indagador y de ética religiosa). La descripción del mar Cantábrico y sus costas lucenses es conmovedora y bella en grado sumo. El equilibrio natural, la belleza inconsciente de un paisaje no demasiado maltratado por el hombre conmueven al yo poético y, a la vez, al lector.
Acaso el poema adolezca de cierto tono difuso: no acaba de centrar muy bien el eje temático central. Con todo, la perfección métrica, el estilo ligeramente grave y sostenido y una fortísima capacidad para generar imágenes hermosas en el acto lector son méritos indiscutibles en “La sirena del Norte”.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el poema (150 palabras, aproximadamente).
2) Señala su tema principal y los secundarios.
3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.
4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.
5) ¿Qué tono tiene esta pieza: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario?
6) Analiza la figura de la sirena del Norte.
7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) ¿Es importante el misterio en este poema? ¿Qué papel cumple?
2) El yo poético, ¿qué siente por la sirena del Norte?
3) Analiza el tipo de naturaleza que aparece en el poema y su posible relevancia temática.
4) ¿Cómo se aprecia en el texto la importancia del espíritu aventurero? ¿Ejerce una influencia positiva o negativa?
5) ¿Qué mar es más interesante para el yo poético, el Mediterráneo, o el Cantábrico?
6) La estrofa final donde interviene la sirena queda inconclusa:
[38] »Y tú, infeliz habitador del mundo,
Que en procelosa vida navegante, 210
También ignoras de ese mar profundo
El misterioso término distante…»
¿A qué se refiere con “procelosa vida navegante” y “misterioso término distante”? Tal vez se halle aquí la clave interpretativa del poema entero.
2.3. Fomento de la creatividad
1) Elabora un poema o texto en prosa que relate la aparición de un ser misterioso y fantasioso que hable sobre algún aspecto interesante de la vida del hombre.
2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y el poeta Nicomedes-Pastor Díaz a propósito de su poema y de su vida.
3) Realiza una exposición sobre Nicomedes-Pastor Díaz, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.
4) Aporta o crea imágenes que sirvan para expresar la percepción de un paisaje hermoso y conmovedor que inspire un estado espiritual o existencial, etc.; puedes recurrir a la mitología tomando como ejemplo el poema “La sirena del Norte” puede servir de modelo.