Nicomedes-Pastor Díaz Corbelle: «La sirena del Norte» (poema); análisis y propuesta didáctica

La sirena del norte

   

[1] Un tiempo fue que la falaz Sirena                    1

Del mar de Mediodía

Sobre las rocas de la costa helena

Las naves en el piélago sumía.

 

[2] Que ya entonces el hado revelaba                  5

Al hombre sin ventura,

Que también el placer la vida acaba;

¡Que también es un monstruo la hermosura!

 

[3] Ya el Egeo tan pérfidos cantares

No escucha, ni el Euxino.                                    10

Cuando la muerte corre aquellos mares,

Truena como el cañón de Navarino…

 

[4] Más felices del Norte las regiones

Aún tienen su cantora;

Que no siempre de crudos aquilones                    15

Domina allí la furia bramadora.

 

[5] De aquel mar la Sirena melodiosa

Es nuncio de consuelo;

Cuando ella canta, el pescador reposa,

Huyen las nubes… se serena el cielo.                 20

 

[6] Vésela entonces parecer ligera

Cual niebla de verano,

O en los bosques vagar de la ribera,

O surcando la espuma del Océano.

 

[7] Luce a veces cual raudo meteoro,                 25

Sobre el oscuro monte;

O allá, cayendo el sol, cual nube de oro,

Asoma sobre el líquido horizonte.

 

[8] Ora se asienta en el escollo alzado,

Que el huracán azota;                                        30

Ora sobre un bajel abandonado,

A la merced de las tormentas flota.

 

[9] Busca la vista alguna vez en vano

Dó resuena su acento:

Otras también la voz del Océano                         35

Su voz asorda, o se la lleva el viento.

 

[10] Yo la vi un tiempo en mi natal ribera

De la noche a deshora,

Tender fulgente en la estrellada esfera

Ráfaga hermosa de boreal aurora.                      40

 

[11] De allí sus alas cándida agitaba

Cual cisne en su laguna,

Y en el arpa de nácar que pulsaba,

Vibrar me pareció rayo de luna.

 

[12] Lejano empero a mi sentir huía                   45

Su remontado acento;

Tal vez allá lograban su armonía

Los globos percibir del firmamento!…

 

[13] Mas tendió al fin su pavonado manto

La noche; y más vecino                                      50

Fueme ya dado interpretar su canto,

Y su concierto comprender divino.

 

[14] Pasado había el áspero bramido

De equinoccial tormenta;

Era ya el tiempo en que el flotante nido             55

Sobre las ondas el alción sustenta.

 

[15] La atmósfera brillaba transparente,

Melancólica y pura,

Cual siempre brilla en la estación doliente

En que su último adiós dice natura.                    60

 

[16] Chispas brotaba de argentada lumbre

Fosfórica la playa,

Y allá se veía en la enriscada cumbre

La hoguera relucir de la atalaya.

 

[17] Sobre la mar las barcas vagarosas                65

Del pescador se mecen,

Que ora cruzan cual sombras silenciosas,

Ora con mil antorchas resplandecen.

 

[18] Y el fruto de su afán de cuando en cuando

Cual ufano guerrero,                                          70

Sobre el marino caracol soplando,

A las playas anuncia el marinero.

 

[19] Al pie solloza de la vieja ermita

El búho sus congojas:

La ráfaga de otoño el bosque agita,                     75

Y arrancadas volar se oyen las hojas.

 

[20] Entonces fue cuando elevó su acento

La escondida Sirena:

Yo no la vi; no revoló en el viento;

No apareció en las ondas, ni en la arena!             80

 

[21] Allí sonó do escombran la ribera

Religiosas ruinas;

Allí rústico templo un día fuera;

Allí oró el pueblo fiel de las marinas.

 

[22] Minó la mar sus frágiles cimientos                 85

Al altar de la aldea;

Las ondas derribáronle y los vientos,

Y cubrirále en breve la marca.

 

[23] Allí se oyó en voz; allí el sonido

De su arpa soberana;                                           90

Dulce cual melancólico gemido,

Solemne como el son de la campana.

 

[24] Eran sólo infelices pescadores

Los que su canto oían;

Del puerto los tranquilos moradores                    95

Del primer sueño en la quietud yacían.

 

[25] Y en tanto yo, cavé una cruz sentado,

Absorto y vigilante,

En voz oí de oráculo inspirado,

Que así cantó sencilla al navegante:                   100

 

[26] «Incierto surcador del Océano,

Que ante su yerma inmensidad perdido,

Rumbo buscas al término lejano

Del hemisferio antípoda escondido,

       Sigue, sigue atrevido                                   105

       Tu audaz seguro vuelo,

Y allá en los altos mares te abalanza:

Su inmensa soledad es tu esperanza…

       Tu guía está en el cielo!

 

[27] »Un tiempo fue que el mísero marino          110

Senda en esos desiertos no tuviera,

Y en la noche del mar fue su camino

La cercana extensión de la ribera.

       Indefensa y ligera

      Jamás la débil quilla                                   115

De los rudos escollos se alejaba,

Y el primer soplo de aquilón sembraba

       De fragmentos la orilla.

[28] «Mil Caribdis entonces abismosas

De monstruos y terror el mar sembraron,            120

Y las columnas de Hércules famosas

Las puertas del Océano cerraron.

       En vano se lanzaron

       Aquellos hombres fieros

A recorrer del orbe los caminos;                        125

Que la tierra, en sus ámbitos mezquinos…

Los cerró prisioneros!

 

[29] »La tradición guardó de los mortales

Fama de un universo allá escondido,

Y al recordarle el hombre en sus anales             130

Tristemente escribió: ¡Mundo perdido!

       Más breve: fue que henchido

       De ignorancia altanera,

Llamar osó quiméricas visiones

A las vastas incógnitas regiones                         135

       Do llegar no pudiera.

 

 [30] »Y al fin brilló una noche de ventura

En que, en la erguida popa reclinado,

El nauta al fin interrogó a Natura

Sobre el rumbo a los hombres ignorado.            140

       No, no, clamó inspirado:

       Su inmensurable vía,

No en tan estrechos límites se encierra,

No brillará jamás desde la tierra

       El fanal de mi guía.                                   145

 

   [31] »De ese desierto inmenso los destinos

Sólo otra eterna inmensidad iguala.

De ese Ponto ignorado los caminos

Sólo el celeste Océano señala.

       Su bóveda es mi escala;                             150

       Allí tiene mi vuelo

Marcadas ya sus rutilantes huellas:

Yo surcaré la esfera y las estrellas…

       Mi camino es el cielo!

 

[32] «Mas ¡ay! que alguna vez negros crespones 155

Ante su inmóvil faro se tendieron,

Y entre olas de aplomados nubarrones

También los astros náufragos se hundieron.

       ¿Dó entonces se acogieron

       Las pavoridas näos?                                    160

¿Quién rasgó de natura el manto denso?

¿Qué antorcha pudo iluminar lo inmenso

       De aquel profundo caos?

[33] »¿Quién sino Dios, entre un oculto Cielo.

Mediador puede ser y el Océano?                        165

A descorrer su impenetrable velo,

¿Cómo llegara de un mortal la mano?

       Preciso fue un arcano;

       Pudo en la tierra solo

Un misterio recóndito, profundo,                        170

Marcar el cielo… y revelar al mundo

       La brújula y el polo.

 

[34] »¿Do vas? ¿Do vas, huyendo la ribera?

La ignorancia gritó.» ¿Por qué ese cielo,

Por qué ese norte buscas, do te espera,             175

La eterna noche y el eterno hielo?

       Y a su imbécil recelo

       Impávido el marino

Mostrando alegre el polo refulgente,

He allí, clamó, en la bóveda esplendente,          180

       Una estrella, un Destino…

 

[35] »He allí brillar la inmóvil atalaya

De donde vela Dios sobre mi suerte.

Mientras luce, estrellándose en la playa,

Siniestra espuma de naufragio y muerte.           185

       ¡Sus!»- Y a su voz, más fuerte

       Que el piélago iracundo,

El ondulante pabellón alzóse,

Y al fin… siervo el Océano postróse

       Ante el señor del mundo.                            190

 

[36] »Viéronle allá las tierras de Occidente,

Y más allá le vieron nuevos mares…

Y más allá volver por el Oriente

Le vieron, con asombro, sus hogares

       De tormentas y azares                                195

       Triunfador en su vuelo,

Sin fanales, sin ruta, sin ribera,

Do le plugo llegar, llegó do quiera.

       Guiado por el cielo…

 

[37] »Deja, deja los riscos espumosos                200

Marinero, a los fieros huracanes:

Ni esos faros te guíen engañosos

Incendios ¡ay! tal vez… tal vez volcanes

       La luz de tus afanes

       No alumbra en ese suelo;                           205

Allá la busca en mares sin orilla,

Do encendida por Dios, eterna brilla

       La inmóvil luz del cielo.

 

[38] »Y tú, infeliz habitador del mundo,

Que en procelosa vida navegante,                      210

También ignoras de ese mar profundo

El misterioso término distante…»

 

[39] Súbita en esto ráfaga del monte

Sopló sobre los mares,

Y arrebató perdido al horizonte                          215

El postrimero son de sus cantares.

 

[40] No más oí de la gentil Sirena

El concierto divino:

Sino el tumbo del mar sobre la arena…

¡Y el bronco son del caracol marino!                   220

  1. ANÁLISIS

1) Resumen

El contenido del poema discurre por diferentes secciones de contenido, que ahora desglosamos:

-Vv. 1-100: se crea un marco narrativo; primero se recuerda la existencia de las sirenas; vivieron en el Mediterráneo, en la antigua Grecia, pero ya desaparecieron para siempre. Sin embargo, habitan los mares del norte. El yo poético ha sido testigo de la aparición de una sirena. En una noche serena, primero tranquila, luego revuelta, el yo poético contempla, atónito, la aparición de una sirena, un extraño ser, con apariencia angelical, pues tiene alas. La recreación de un paisaje marino, hermoso y solitario, donde solo se halla el yo poético contemplando el mar ocupa una buena parte de esta sección temática.

-Vv. 101-212: La sirena relata un extraño episodio a los marineros que faenan en sus barcos, no lejos de la costa; el yo poético también escucha y nos transmite las palabras literales de la sirena. El hombre siempre ha buscado indagar en lo ignoto, lo desconocido. A pesar de los riesgos de aventurarse con sus naves en zonas ignotas, siempre ha ido un poco más allá, con peligro cierto para su vida, pero el ser humano es así, algo temerario y curioso. De hecho, recorrió, con la ayuda de Dios, el mundo navegando hacia el oeste y volviendo a su hogar por el este. La sirena le pide que ceje ya ese empeño porque hay misterios que es mejor dejarlos como están, pues los términos finales de los mares los ignoramos.

-Vv. 213-220: el mar se agita, la sirena desaparece y finaliza el poema. El yo poético no oye más a la sirena, sino al ruido del oleaje al estrellarse en la orilla.

2) Tema del poema narrativo

El tema principal de este poema es el encuentro del yo poético con una sirena septentrional que narra elogiosamente las navegaciones marítimas de los hombres. Otro acercamiento válido podría ser: la magia y el misterio del mar.

3) Secciones de contenido

Podemos encontrar varias secciones de contenido bien marcadas, que hemos ido delimitando en el resumen. La última sección es mucho más breve que las dos primeras, de modo que existe un planteamiento original centrado en la belleza cantábrica y en el relato de la sirena sobre el afán del hombre por escudriñar hasta el último rincón de la Tierra, incluidos los mares.

4) Aspectos métricos y de la rima

Las veinticinco primeras estrofas y las tres últimas poseen la misma estructura; coincide con la parte narrativa del poema, a cargo del yo poético. Cada estrofa está formada por cuatro versos endecasílabos, excepto el segundo, que es heptasílabo; la rima corresponde a la de la cuarteta; riman el primero con el tercero y el segundo con el cuarto. Se representa así: AbAB. La parte donde la sirena habla en estilo directo, entrecomillado, está formado por doce estrofas de nueve versos (y una más de cuatro versos, como las correspondientes al yo poético que hace narrador). La estructura es: 11A, 11B, 11A, 11B, 7b, 7c, 11D, 11D, 7d. Se puede apreciar la rima de un cuarteto, un verso de enlace que rima con el último del cuarteto y una redondilla (por su rima, no por el número de sílabas).

Estas estrofas no se corresponden con la tradición poética española. Díaz ha creado y dispuesto este artefacto poético con originalidad y gran talento. Permite una fluidez de contenido muy agradable, un ritmo suave, pero incesante y, finalmente, una alta concentración de significación. El resultado es muy positivo a efectos lectores.

5) Comentario estilístico

Este poema es enteramente lírico, pues se concentra en la expresión de los sentimientos más íntimos de la persona. En otras palabras, declara el estado del alma del yo poético. La estructura estrófica aporta al texto densidad, lirismo y una depuración más elevada de la expresión en cuanto a la transmisión del sentimiento de nostalgia y pérdida del amor inocente, que el yo poético ha sentido por un enigmático ser llamado Amelia. 

El dominio de la versificación por parte de Díaz es elevadísimo; no hay ripios, ni cortes, ni lagunas injustificadas. Por otro lado, el empleo atinado de todo tipo de figuras de embellecimiento imprimen belleza verbal y conceptual al conjunto. Es un valor indiscutible en este poema, creemos. Abundan las metáforas, símiles, metonimias, personificaciones, antítesis, etc. Omitimos la descripción detallada para no cansar al lector. Nos limitaremos a comentar las cuatro primeras estrofas:

[1] Un tiempo fue que la falaz Sirena                    1

Del mar de Mediodía

Sobre las rocas de la costa helena

Las naves en el piélago sumía.

[2] Que ya entonces el hado revelaba                  5

Al hombre sin ventura,

Que también el placer la vida acaba;

¡Que también es un monstruo la hermosura!

 

[3] Ya el Egeo tan pérfidos cantares

No escucha, ni el Euxino.                                    10

Cuando la muerte corre aquellos mares,

Truena como el cañón de Navarino…

 

[4] Más felices del Norte las regiones

Aún tienen su cantora;

Que no siempre de crudos aquilones                    15

Domina allí la furia bramadora.

Se abre el poema recreando los efectos de las sirenas perversas que hundían los barcos helenos, pereciendo sus navegantes. “Falaz” aplicado a la figura de la sirena nos da una idea exacta de la turbiedad de este ser (totalmente personificado, pues se escribe con mayúscula inicial). En vez de “mar”, Díaz prefiere el vocablo culto “piélago”, aportando un sabor clásico y antiguo. Toda la estrofa es una oración llena de vivacidad y dinamismo.

La segunda estrofa reconcentra su significación en el último verso: “¡Que también es un monstruo la hermosura!” (v. 8). Tras la belleza aparente de las sirenas, se esconde mucha maldad. Lo que resulta paradójico a primera vista es, sencillamente, la pura verdad. La exclamación retórica aporta exaltación expresiva y funciona como un toque de atención al lector. 

El Egeo y el Euxino (Mar Negro) ya no escuchan a las sirenas y ocupan la primera parte de la tercera estrofa. Alude a continuaciòn a la batalla naval de Navarino (ocurrida en 1827; en un bando, griegos y sus aliados europeos; del otro, los otomanos y egipcios; los griegos luchaban por su independencia; ganaron esa batalla naval). El símil introducido con “el cañón de Navarino”, junto con la suspensión que la sigue, forman un concepto de violencia y sangre en el Mediterráneo.

La cuarta estrofa introduce un fuerte contraste. Ahora, el yo poético se fija en las regiones “del Norte” y sus mares. Todavía conservan su “cantora”, es decir, su sirena. A pesar de los vientos del norte violentos, a veces domina la calma y amaina la “furia bramadora” (v. 12). Nótese la expresividad introducida por una adjetivación acertada, plástica y creadora de imágenes impactantes en el lector.

Estas cuatro primeras estrofas son de una bella factura poética. Describen el mar Mediterráneo fijándose en hechos antiguos y uno reciente, creando una continuidad interesante, pero con el mensaje de fondo de que ya no existen sirenas en sus mares. La cuarta estrofa crea una antítesis de sentido; ahora el yo poético se fija en el Cantábrico (o el Atlántico, en sentido lato), un mar también áspero, pero con su sirena “cantora”. La selección léxica es acertada; los recursos literarios están empleados con tino porque aportan expresividad, significaciones connotativas y profundidad de sentido interpretativo. Se trata, pues, de una poema bello, armonioso y agradable para la lectura contemplativa.

6) Contextualización

Nicomedes-Pastor Díaz Corbelle (Viveiro, Lugo, 1811 ─ Madrid, 1863) es un buen poeta romántico español, acreedor de grandes merecimientos literarios. Procedía de una familia viveirense numerosa de mediano pasar. Hizo sus primeros estudios en los seminarios de Viveiro y de Mondoñedo, en su provincia. Desde 1827 estudió Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela. Los completó en la Universidad de Alcalá de Henares, en 1833, con solo 22 años.

Tuvo amigos influyentes que le ayudaron a abrirse camino político y literario en la corte. El poeta Manuel José Quintana era el más conocido de todos. Por su mediación conoció a todos los escritores románticos contemporáneos (Zorrilla ─su protegido, andando el tiempo─, Espronceda, Larra, Ventura de la Vega y un largo etcétera). Escribía en periódicos de tendencia moderada.

Desempeñó puestos políticos en Cáceres y Santander y Segovia, con notable probidad y acierto. Como premio, recibió el nombramiento de magistrado en la Audiencia de Valladolid en 1839. Vuelve a Cáceres como intendente; su carrera política asciende con firmeza. Sus ideas políticas giraron en torno a cierto conservadurismo y eclecticismo, pensando siempre en el bien común (en la época los motejaban de “puritanos”).    

Padeció una severa enfermedad en 1841, año en que falleció su padre. Escribía en periódicos como El Conservador, El Sol, etc. Ejerció de diputado conservador, liberal y moderado en las Cortes desde 1843. Su cima política la alcanzó en el cargo de ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas en 1847; dejó una imagen de eficacia y honradez. Fue miembro de la Real Academia Española.

Como muchos literatos de la época, publicaba en periódicos y revistas poemas, ensayos y relatos. Reunió la producción en verso en sus Poesías (1840). En el prólogo de este libro expone su concepción de la poesía: la concibe como reflejo de la intimidad del autor y debe poseer una cierta ambición cívica-social. El espíritu romántico se refleja muy bien en sus poemas: paisaje gallego, soledad, intimidad dolorida, angustia existencial, amenaza de la muerte, etc. Estuvo enamorado, en su adolescencia y juventud, de una joven llamada Lina; tras la muerte prematura de esta, compuso poemas doloridos por la pérdida del amor. Otro bloque de poemas son de naturaleza reflexiva y meditativa, como “En las ruinas de Itálica”. El poema que ahora comentamos, “La sirena del Norte”, es una bella e intensa composición lírica donde se recrea una escena mágica sobre el ser mitológico y su relato. 

En ficción narrativa, dejó dos novelas: Una cita (1837), de tono sentimental, introspectivo y melancólico, en un ambiente gallego, relata un amor frustrado entre una pareja de jóvenes. La otra es De Villahermosa a la China. Coloquios de la vida íntima (1855). Narra la vida de un joven petimetre que acaba de misionero cristiano en China, como se insinúa en el título. También publicó ensayos políticos bien recibidos en su momento. Una obra que le concedió celebridad fue Galería de españoles célebres y contemporáneos o biografías retratos de todos los personajes distinguidos de nuestros días en las ciencias, la política, en las armas, en las letras y en las artes (1842). Ofrece retratos amables de españoles notables. 

Finalmente, algunos ensayos literarios son notables, como «Del movimiento literario en España» (Museo Artístico y Literario, 1837), y «De las novelas en España» (El Conservador, 1841). Defiende los postulados románticos y defiende una literatura honda y consistente. Al poco de morir, la Real Academia Española (de la que era miembro) publicó sus Obras (1866-1868) en seis volúmenes, signo de su relevancia y aprecio en el mundo literario hispánico.  

7) Interpretación y valoración

Este poema es hermoso y expresivo en grado sumo. Su interpretación es abierta porque el tratamiento temático es algo ambiguo. Ya no existen sirenas en el mar Mediterráneo, pero sí en el Atlántico. El yo poético relata un encuentro con una de ellas, o acaso la única que ha sobrevivido al paso de los años. Esta reflexiona, discursea, advierte y valora, todo al mismo tiempo. Aquí surge la ambigüedad interpretativa. ¿Es un poema moral, lírico, fantástico…? Tiene todos esos ingredientes, sin que predomine uno de ellos.

El yo poético parece inclinarse por la reflexión moral: el hombre también debe acatar ciertos límites (de inteligencia, de ímpetu indagador y de ética religiosa). La descripción del mar Cantábrico y sus costas lucenses es conmovedora y bella en grado sumo. El equilibrio natural, la belleza inconsciente de un paisaje no demasiado maltratado por el hombre conmueven al yo poético y, a la vez, al lector.

Acaso el poema adolezca de cierto tono difuso: no acaba de centrar muy bien el eje temático central. Con todo, la perfección métrica, el estilo ligeramente grave y sostenido y una fortísima capacidad para generar imágenes hermosas en el acto lector son méritos indiscutibles en “La sirena del Norte”. 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).

2.1. Comprensión lectora 

1) Resume el poema (150 palabras, aproximadamente). 

2) Señala su tema principal y los secundarios. 

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido. 

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.

5) ¿Qué tono tiene esta pieza: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario? 

6) Analiza la figura de la sirena del Norte. 

7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado. 

2.2. Interpretación y pensamiento analítico 

1) ¿Es importante el misterio en este poema? ¿Qué papel cumple? 

2) El yo poético, ¿qué siente por la sirena del Norte? 

3) Analiza el tipo de naturaleza que aparece en el poema y su posible relevancia temática. 

4) ¿Cómo se aprecia en el texto la importancia del espíritu aventurero? ¿Ejerce una influencia positiva o negativa? 

5)  ¿Qué mar es más interesante para el yo poético, el Mediterráneo, o el Cantábrico? 

6) La estrofa final donde interviene la sirena queda inconclusa: 

[38] »Y tú, infeliz habitador del mundo,

Que en procelosa vida navegante,                      210

También ignoras de ese mar profundo

El misterioso término distante…»

 ¿A qué se refiere con “procelosa vida navegante” y “misterioso término distante”? Tal vez se halle aquí la clave interpretativa del poema entero.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Elabora un poema o texto en prosa que relate la aparición de un ser misterioso y fantasioso que hable sobre algún aspecto interesante de la vida del hombre. 

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y el poeta Nicomedes-Pastor Díaz a propósito de su poema y de su vida. 

3) Realiza una exposición sobre Nicomedes-Pastor Díaz, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc. 

4) Aporta o crea imágenes que sirvan para expresar la percepción de un paisaje hermoso y conmovedor que inspire un estado espiritual o existencial, etc.; puedes recurrir a la mitología tomando como ejemplo el poema “La sirena del Norte” puede servir de modelo.

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