Charles Dickens: «Historia de dos ciudades» (1859, novela); análisis y propuesta didáctica

CHARLES DICKENS:  HISTORIA DE DOS CIUDADES (1859)

I. ANÁLISIS

1) Resumen

LIBRO PRIMERO. VUELTA A LA VIDA

  1. El período

Introducción al año 1875. Inseguridad, con robos y violencia en Inglaterra. Vida alegre en Francia para los ricos, pero desgraciada para los pobres y desheredados, la gran mayoría. Los reyes de ambas naciones reinaban con miopía y egoísmo, como siempre lo han hecho.

  1. La diligencia

Noviembre de 1775, de noche. En la diligencia de Londres a Dover, tres viajeros se bajan del carruaje para subir a pie una colina; los caballos a duras penas pueden con el carro. Hay mucho barro. El cochero, Tomás, hace lo que puede para que los caballos avancen. Un guarda de la diligencia, José, sentado atrás, fuertemente armado, vigila para disuadir a los ladrones. Se acerca un jinete y, con precauciones, el guarda le permita que le entregue una nota al señor Jarvis Lorry, empleado del Banco Tellson. El jinete correo es Jeremías. Se le pide que espere a la señorita en Dover. La respuesta que da es «Resucitado».

III. Las sombras de la noche

El narrador opina que cada ser humano guarda muchos secretos. Lorry sueña que tiene una entrevista con una persona querida, pero hace mucho desaparecida desde hace dieciocho años. Cava un agujero. Al fin, despierta y se admira de los dieciocho años enterrado en vida de su interlocutor.

  1. La preparación

En Dover, el banquero Lorry se hospeda en el hotel Rey Jorge, en la habitación de lujo «La Concordia». Lo afeitan, come y descansa. Pasea por la playa, en la que hay contrabando y algunos hacen fortunas. Llega Lucía, la señorita para la que ha reservado una habitación. Lorry le cuenta que es probable que su padre, el doctor Manette esté vivo. Su madre sí ha muerto siendo ella una niña. Lucía se desmaya de la impresión al conocer que su padre está vivo. Llega una mujer, doncella del hotel, a socorrerla. Ordena sin titubeos y logra que la joven hermosa se recupere.

  1. La taberna

En el barrio de San Antonio, en París. Personas muy humildes y hambrientas lo pueblan. Se cae una barrica a la entrada de una taberna; el gentío va corriendo y chupa el vino del suelo y de las tablas de la cuva. El tabernero, Defarge, muestra indiferencia; su mujer, la señora Defarge, teje o hace calceta, sin parar con una actitud impasible. El tabernero dice llamarse Jaime y charla con otros tres que también se llaman así. Llegan a la taberna un hombre, Lorry, y una joven, Lucía, preguntando por Manette. 

  1. El zapatero

Suben una escalera sórdida y oscura y entran a una habitación no bien iluminada. Allí hay un hombre sentado en una banqueta haciendo zapatos. Repite a menudo «Ciento cinco. Torre del Norte», aunque nadie sabe a qué se refiere. Tiene el juicio alterado. No se acuerda ni de Lorry, ni de su hija. Está arruinado de salud, pelo blanco y muy delgado. Manette reconoce confusamente a su hijo. Defarge les prepara una diligencia para volver a La Barrera (Francia) para coger el barco, camino de Inglaterra, enseguida.

LIBRO SEGUNDO. EL HILO DE ORO

  1. Cinco años después

Pasamos a 1780, en Londres. El Banco Tellson es un local adusto, siniestro y lóbrego, pero dentro guardan mucho dinero y objetos de valor. Está enfrente del Tribunal del Temple, donde cada día condenan a la horca a todo tipo de gente. Un conserje es conocido como el Roedor, de nombre Jeremías; se hace acompañar de su hijo de doce años al trabajo, para que lo aprenda. En casa, el Roedor es muy violento contra su mujer porque piensa que ella reza para que él no tenga suerte y se condene en el infierno. 

  1. Una visita

Prisión y tribunal de Old Bailey, en Londres. Jeremías el Roedor asiste a un juicio de traición para hacer de recadero de Lorry. Acusan de espía a un tal Carlos Darnay, a favor del rey de Francia. Todos piensan que lo condenarán a muerte.

III. Decepción.

Ha sido delatado por un tal Juan Barsad. El otro testigo es el criado Cly, que dice haber servido cuatro años al acusado. El abogado defensor lo desarma con sus preguntas; admite que es pendenciero, ludópata, tramposo y pierde credibilidad. Lorry y la señorita Manette (Lucía), admiten que conocen al acusado en el barco de vuelta a Inglaterra. Se porta muy dignamente con ellos. Lo acompañan dos hombres hasta el barco. También interrogan al doctor, que poco puede decir. El abogado defensor, Stryver, presenta a un joven que se parece mucho a Carlos Darnay; se llama Carton. Los testigos falsos han de admitir que acaso se equivocan en la identificación. Lucía cae desmayada y Carton pide ayuda a un guardia. El jurado se retira, delibera y lo declara inocente. Lo sueltan para alivio de los Manette y triunfo de Stryver.

  1. Enhorabuena

Carlos Darnay se siente feliz y optimista recién liberado. Lucía es como el hilo de oro que une el pasado del Dr. Manette con el presente; le recuerda a su esposa muerta. Carton y Darnay beben en una taberna. Carton bebe en exceso; se muestra incrédulo y cínico ante la vida. No aspira a nada, ni tiene propósitos personales. Admiten que Lucía es bella e inteligente. Le confiesa a Darnay que este le es antipático, y le da igual cómo lo vean a él.

  1. El chacal

Darnay se va a su casa. Sidney Carton se duerme en la taberna; luego se dirige a casa del abogado Stryver, corpulento y obeso; actúa como un león; su fama como juez crece, lo que aumenta sus beneficios económicos. Beben mucho, pero trabajan en los casos de los juicios de este en la corte de Old Bailey. Carton es como un chacal: amarra la presa y ya no la suelta. Carton carece de energía para enderezar su vida; sin embargo, siempre ayuda a los demás, como en los tiempos de la escuela y la universidad. Stryver reconoce que le atrae Lucía.

  1. Centenares de personas

El Sr. Manette vive con Lucía en una casa de dos pisos en el barrio del Soho. Los visita asiduamente Lorry, que es amigo de la familia. Es verano y hace calor. Toman un refresco en casa del Dr. Manette. También Stryver se apunta, junto con Carton. La empleada de hogar, la señorita Pross, se agobia por la frecuencia de visitas, que ella se inventa. 

VII. Monseñor en la ciudad.

Monseñor es un alto jerarca de la Iglesia francesa. Su palacio en París es suntuoso. Necesita cuatro criados para que le preparen el chocolate diario matutino. Se alía con el Arrendatario General de la nación para que le lleve su hacienda. Hace una audiencia diaria, concurrida de aduladores y de sus propios espías. Un visitante no logra hablar con él y marcha del palacio malhumorado. Es el marqués. Se va en su carroza. Esta atropella a un niño, que muere. Defarge, el vendedor de vinos, consuela al padre, que grita y llora desesperado, llamado Gaspar.Al marqués le preocupa si sus caballos están bien. Le da unas monedas al padre y se va, lleno de odio contra la chusma. La mujer de Defarge hace calceta sin parar y lo observa todo atentamente.

VIII. El señor en el campo

El marqués, a quien sus súbditos le llaman «Monseñor», llega a su aldea. Los súbditos están delgados; pasan hambre. Un peón caminero, que parece algo tonto, le informa al marqués que un hombre iba escondido en la parte trasera inferior de la carroza; este emboscado desaparece. Una viuda le pide un trozo de madera con el nombre de su marido, recién muerto de hambre, pero el marqués la desprecia y no le ayuda. Se dirige a su castillo, donde espera a su sobrino Carlos Darnay.

  1. La cabeza de la gorgona

Figuras reales de animales, personas y mitológicas esculpidas en las paredes de la fachada de piedra. Como si la Gorgona (monstruo infernal cuya mirada petrifica a cualquier ser vivo) hubiera estado allí. Su sobrino Carlos Darnay llega y cenan juntos. Conversación tensa. El marqués es duro, egoísta y estricto en la defensa del régimen y el honor de su familia. El sobrino es lo contrario. Desea renunciar a la herencia e instalarse en Inglaterra. Se retiran a dormir. Al amanecer del día siguiente, el marqués aparece acuchillado en su dormitorio, con una nota al lado firmada por un tal «Jaime». Su rostro ya puede pasar a ser piedra y reunirse con la colección de los antepasados.

  1. Dos promesas

Ha pasado un año. En Londres, Carlos Darnay se entrevista con el Dr. Manette y le confiesa que está enamorado de Lucía. Desea cortejarla; el padre lo autoriza. Le desvela en secreto su verdadera identidad. Pero la mantiene en secreto. Son, pues, dos promesas, una de cada hombre.

  1. Conversación entre compañeros

Stryver y Sydney dialogan sobre las mujeres y el matrimonio. El abogado le confiesa que piensa pedirle la mano a Lucía y casarse con ella. Sydney se muestra cauteloso y distante, como ajeno.

XII. El caballero delicado

Stryver habla con Lorry sobre pedirle la mano a Lucía. El viejo le propone prudencia y decide explorar él el terreno y lo informará esa misma noche. En efecto, le comunica que Lucía no desea nada de matrimonio. Stryver se echa atrás y, atendiendo a su egoísmo, decide abandonar esa idea, que le parece loca. Las chicas jóvenes son algo tontas, concluye el.

XIII. El sujeto no delicado

Carton le confiesa a Lucía que la ama. Pero es tarde para la redención. Solo le pide que no confiese jamás a nadie ese secreto. Y que él se mantendrá fiel a sus sentimientos. Ella se lo promete.

XIV. El honrado menestral

Jeremías Roedor, el «honrado menestral», como él se llama, maltrata a su mujer de palabra y acción. Ajustician al bribón Cly y Jeremías participa en los tumultos que lo llevan al cementerio. Esa noche se junta con dos socios y se dirige al cementerio. Su hija Jeremías los sigue en la oscuridad. Ve cómo su padre y los compinches desentierran el cadáver y lo exploran. En conversación con su hijo, a la puerta del banco, al día siguiente, insinúa que es un desenterrador; venden los cadáveres y los despojan de todo lo que pueda tener valor. El niño afirma que desea ser desenterrador cuando sea mayor y el padre lo celebra.

  1. Haciendo calceta

En París, en el barrio de San Antonio. Defarge lleva a su taberna al peón caminero, que también se llama Jaime. Se reúne con el resto de los Jaimes (son cinco, en total). Han prendido al homicida de Monseñor. Le cuentan cómo ejecutan en París, descuartizando, con bestias tirando de los extremos. Se llama Damiens la víctima. El peón tiene 35 años. Al homicida lo ahorcan en el pueblo. Los Jaimes, con Defarge a la cabeza, apuntan en su lista destruir a Monseñor y su familia entera. El peón adula a la nobleza en Versailles, como público. Los insurrectos lo utilizan como cebo.

XVI. Más punto de media (calceta)

Hay un espía nuevo del gobierno para el barrio; es inglés y se llama Barsad, ahora metido en esta labor. Los Defarge anhelan que llegue cuanto antes la revolución, pero se hace esperar. El espía llega a la taberna y conversa. Es Barsard, disimulando. Les informa que el sobrino del marqués se casa con Lucía, lo que sorprende a los taberneros. Todas las mujeres del barrio hacen calceta. Apuntan en su tejido los nombres de los nobles que deben morir en la revolución.

XVII. Una noche

Conversación bajo el plátano del Soho de Lucía y su padre. Al día siguiente, aquella se casa. Ambos están felices y satisfechos. Se aman intensamente y confiesan que sus vidas serían tristes sin la presencia del otro.

XVIII. Nueve días

La boda. Todos emocionados. El señor Lorry les regala un servicio de plata. Los novios se van de luna de miel. El Dr. Manette recae y vuelve a hacer zapatos. Difícil llevarle la contraria porque no razona. Lorry y Pross manejan la situación con tiento. Así hasta nueve días.

XIX. Una opinión

Lorry habla con el Dr. Manette planteándole un caso referido a otra persona que padece una enajenación temporal y transitoria sobre su pasado. El doctor comprende que se refiere a él. Accede a que le quiten las herramientas de zapatero, pero cuando él no esté presente. En efecto, envían al Dr. Manette con su hija y marido y queman o entierran los restos del oficio.

  1. Una súplica

Cuando los recién casados regresan de su viaje, Sydney Carton es el primero en felicitarlos. Sellan su amistad Carlos y él, aunque Carton se considera bastante inmoral. Lucía le pide a su marido que trate con más respeto y consideración a Carton; aquel accede y alaba la compasión de su mujer.

XXI. Pasos que resuenan

Lucía se siente feliz, aunque tiene miedo al futuro. Carton los visita media docena de veces al año. Stryver se ha casado con una viuda que tiene muchas tierras y tres hijos. Estamos en el verano de 1789. Darnay y Lucía tienen una hija. Muchas fortunas francesas llevan el dinero al banco de Lorry porque en Francia hay mucha agitación. Defarge, su mujer y los Jaimes lideran la revuelta de los pobres. Asaltan la Bastilla y liberan a los presos. Ejecutan a los altos mandos y a los nobles con que se encuentran. Defarge visita la celda «Ciento cinco, Torre del Norte», donde Manette ha pasado catorce años. Registran la celda y no hallan nada. La revolución ha triunfado y los rebeldes de San Antonio se hallan felices.

XXII. Sube la marea

En el ayuntamiento de París, el «Hotel de Ville», Defarge, su mujer y La Venganza (una mujer revolucionaria iracunda y determinada) lideran el grupo que ejecuta a Foulon, un jefe anterior que ha abusado de cuantas mujeres halló. Es un asesino. Lo humillan haciéndole comer hierba; lo ejecutan, lo decapitan y pasean su cabeza por la ciudad. Los Defarge se encuentran felices por la revolución.

XXIII. Estalla el incendio

Llega un revolucionario también llamado Jaime y habla con el peón caminero. Comen juntos. Duerme hasta la noche. Luego se levanta, el nuevo Jaime y se dirige al castillo de Monseñor, a dos leguas de distancia. Lleva tres cómplices. Prenden fuego al castillo. Gabelle, el recaudador de impuestos del marqués, tiene miedo y piensa que lo van a ejecutar. Al fin, lo dejan vivo. Esa noche de julio arden en Francia muchos castillos y muchos recaudadores de impuestos acaban ejecutados por la masa de hambrientos. 

XXIV. Atraído por la montaña imantada

Pasan tres años. Estamos en agosto de 1792. Carlos, Lucía y su padre siguen las noticias de Francia con gran inquietud. Los nobles franceses huidos, incluida la alta curia católica, se refugia en Londres. Su punto de encuentro es el Banco Tellson. Lorry anuncia que ha de visitar París por negocios, para proteger los bienes de sus clientes en la sucursal de Francia. Lleva a Jeremías de ayudante. Carlos Darnay recibe una carta de Gabelle pidiéndole ayuda; está en prisión por traidor y antipatriota. El Dr. Manette sabe que su yerno es el marqués de St. Evremonde, nadie más conoce este extremo en Londres. Carlos decide ir a París a ayudar a Gabelle porque se lo debe. En secreto, organiza su viaje y sale esa noche, al día siguiente de Lorry.

LIBRO TERCERO. EL RUMBO DE LA TORMENTA

  1. En secreto

Otoño de 1792. Carlos Darnay atraviesa el canal y se dirige a París. En cada ciudad hay puestos de control de los republicanos, que actúan algo a capricho. Su lema es «República Una e Indivisible, de Libertad, Igualdad y Fraternidad, o Muerte». Los emigrados están bajo sospecha de traidores. Los revolucionarios visten un gorro rojo. En Beauvais casi lo ejecuta la turba. Un decreto confisca todos los bienes de los emigrados. Lo escoltan, como prisionero, hasta París. En el puesto de guardia está Defarge, que asegura que Darnay es Evremonde. Lo mandan a la prisión de La Force. Defarge le insinúa que la guillotina será su fin. Lo encierran bajo estricta vigilancia «en secreto», con más riesgo de ejecución inmediata que los demás prisioneros, que son muchos, todos nobles más o menos culpables.

  1. La piedra de afilar

El Banco Tellson tiene su sede parisina en el barrio de San Germán. Ocupa un ala del palacio de Monseñor, que huye con la ropa de su cocinero. Lucía y su padre llegan a París tres o cuatro días después y van a casa de Lorry. También va la criada Pross. Este se sorprende y comprende que Carlos está en una penosa situación. El Dr. Manette es reconocido como un héroe de la revolución y la masa lo respeta. Van a La Force a tratar de liberar a Carlos.

III. La sombra

Defarge visita a Lorry y le entrega una nota en que el Dr. Manette le dice que Carlos está bien. Lucía y su hija se entrevistan con la señora Defarge y La Venganza. Aquella les pide ayuda para liberar a su marido, pero estas se muestran frías y poco receptivas.

  1. Calma en la tormenta

Cuatro días después de su ausencia, regresa el Dr. Manette. Han pasado muchas cosas; se han ejecutado 1100 personas, prisioneros de La Force, por el populacho. Ante un tribunal, el Dr. Mnette advierte que ha estado 18 años prisionero en la Bastilla. El doctor asiste a todo el mundo, prisioneros y revolucionarios, y es querido por eso. Puede ver a Carlos de vez en cuando. La guillotina funciona en toda Francia con frenesí. Carlos lleva en la cárcel 15 meses.

  1. El aserrador

Pasa un años y quince meses ya de prisión para Carlos. Lucía está nerviosa. Cuida de su hija, lo que le sirve de tranquilizante. Lucía visita un callejón de tres a cuatro de la tarde, todos los días, donde puede ser vista por su marido, pero ella no lo puede ver. El aserradero es del peón caminero, el Jaime del pueblo, que ahora ha prosperado. El populacho celebra la Carmañola, con disfraces y vino. Pasan al lado de Lucía, pero no le hacen nada. Es diciembre. Se anuncia el juicio contra Carlos.

  1. Triunfo

Juzgan a Carlos. Puede demostrar que ha renunciado a su título y ha entregado las tierras a los aparceros. Se va a Inglaterra para sobrevivir. No es traidor a la república, ni exiliado. Testimonian a su favor el Dr. Manette, su suegro, y Gabelle. El jurado vota por su libertad. Se va a su casa libre de cargos, feliz, con Lucía al lado.

VII. Visita inesperada

Todos en casa están felices. Llega una cuadrilla y detiene de nuevo a Carlos, por una denuncia del barrio se San Antonio. Se lo llevan detenido, ante la angustia de Lorry, el Dr. Manette y Lucía.

VIII. Una partida de naipes

Pross se encuentra con su hermano Salomon mientras hace la compra. Es oficial de la revolución, y medio espía. También aparece Sydney Carton. Lo descubre y desvela que antes se llama Barsad. Lo ha espiado. Carton habla antes con Lorry. Lleva a Barsad ante Lorry y le desvela que es espía y que Carlos está en serio peligro. El Roedor desvela que Cly no está en el ataúd, pues él sabe que está vacío. Barsad se rinde a la evidencia y pacta con Carton que lo deje entrar en la Conserjería, donde está preso Carlos.

  1. Hecho el juego.

Lorry tiene setenta y ocho años. Al día siguiente coge el carruaje para el barco, camino de Londres. Se retira ya. Carton compra algo en una farmacia, que es peligroso, según le advierte el farmacéutico y él no ignora. Llega la mañana. Juzgan a Carlos, denunciado por el matrimonio Dejarse (Ernesto y Teresa) y el Dr. Manette. Este protesta y dice que no es verdad, pero no lo dejan hablar. Defarge entrega al tribunal unos papeles que encuentra en el registro de la celda del doctor, tras una piedra dentro de la chimenea. Los leerán en público

  1. La substancia de la sombra

Alejandro Manette escribe sus reflexiones. Cuenta cómo acaba en prisión. Lo secuestran dos nobles, embozados y con capas, cuando pasea por las calles de París. Son hermanos. Lo llevan a un lugar desconocido a las afueras de París, para que cure a una chica joven, muy enferma, con fiebre, como alucinando. Hay otro enfermo, con una herida de espada. Este le dice al doctor que es su hermana. Se ha casado con un criado de los hermanos. Uno de estos quiere hacerla suya. Humillan al marido, el criado, unciéndolo a un carro y obligándole a tirar de él. De noche ha de espantar a las ranas para que no perturben el sueño de sus señores. Muere al poco, medio loco y agotado. Este joven esconde a su hermana pequeña y se enfrenta a los nobles. Hiere al hermano menor. Al acabar de referir la historia en brazos del doctor Manette, muere. La hermana, embarazada, también muere. Le ofrecen los hermanos una gran cantidad de dinero a Manette para que no hable. Pasan los meses y Manette casi se olvida. Un día la visita la esposa del marqués de Saint Evremonde. Manette escribe una carta de denuncia que él mismo entrega en el ministerio de Justicia. El día de Nochevieja lo llaman para una urgencia, pero es una trampa de los hermanos; tienen la carta; lo llevan a la prisión de la Bastida. El jurado vota guillotinar a Carlos por traidor a la república. La señora Defarge está feliz. Lo han de ejecutar en las 24 horas siguientes.

  1. Anochecer

Carlos y Lucía se despiden definitivamente. Esta vuelve a casa; se desmaya; la visita Carton, que le da un beso en la mejilla. El Dr. Manette se dirige a visitar al fiscal. Lorry Carton coinciden en que no hay esperanza de salvación. 

XII. Tinieblas

Carton visita la taberna de los Defarge y constata el odio que le tienen a Debray. Carton entrega un salvoconducto para salir de París a Carton, y otro para Manette. Se lo da Lorry, a quien le comunica que la tabernera se propone denunciarlos a todos por las visitas a la calle del aserradero. Deben huir inmediatamente. Deben abandonar París a las dos de la tarde del día siguiente. Quedan concertados así, y Cartón se unirá. Bendice a Lucía, a lo lejos y se va.

XIII. Cincuenta y dos

Son cincuenta y dos los presos condenados que se ejecutarán ese día. Carlos escribe unas cartas de despedida. De pronto, llega Carton. Narcotiza a Carlos. Carton se pone la ropa de Carlos. Escribe unas palabras de despedida para Lucía, declarando su fidelidad y su amor. Le pide a Darmad que lo saquen como si fuera Carton, que queda allí. Se llevan a Carlos, desmayado, por la supuesta impresión por la muerte inminente de su amigo. Le habla una costurera joven, que conoce a Carlos, y Carton disimula muy bien. Pero la niña lo descubre y sabe que morirá por Carlos, Lucía y la hija de ambos. Carton y la costurera se dan la mano y son conducidos con todos los demás a la guillotina. Mientras, la carroza con Manette, su hija, su nieta y Carlos inconsciente avanza hacia el puerto. Pasan los controles de vigilancia, con miedo.

XIV. Fin de la calceta.

La señora Defarge se propone denunciar a Manette, Carlos y Lucía por verse desde la calle. El aserrador será el denunciante. La señora Defarge se propone visitar a Lucía para disimular su venganza. A la hora de la ejecución, estará allí. Es la hermana pequeña de la mujer y su hermano asesinados por los marqueses Evremonde. Desea venganza a toda costa. Pross y el Roedor van en carruaje aparte. Quedan a las tres al lado de la catedral. La señora Defarge, armada con pistola y puñal, visita a Lucía, pero en casa solo queda Pross. Esta defiende una puerta, como si dentro estuviera Lucía, para ganar tiempo. Al fin, se pelean. La tabernera saca la pistola, pero Pross logra desviarla y se dispara a sí misma. Muere en el acto. La deja en el piso, cierra la puerta y tira la llave al Sena. Se junta con Roedor, pero va sorda del estampido, y así quedará para siempre.

  1. Los ecos se apagan para siempre

Las seis carretas con los reos se acercan a la guillotina. El espía Barsad reconoce a Evremonde y queda tranquilo. La Venganza, en cambio, está nerviosa porque Teresa, la tabernera, no ha llegado. Carton y la costurera se besan y se animan mutuamente. Lo último que piensa o entrevé Carton cómo Lucía y Carlos honran su memoria. Lucía tiene un hijo que llama Sydney, para honrar la memoria de Carton. Se hace abogado y tiene éxito. Este se casa y tiene un hijo con el mismo nombre; le cuenta al niño la historia de Sydney Carton. Este piensa, al pie de la guillotina, y son las palabras finales de la novela:

«Esto que hago ahora, es mejor, mucho mejor que cuanto hice en la vida; y el descanso que voy a lograr es mucho más agradable que cuanto conocí anteriormente».

2) Tema

Esta magnífica novela aborda varios temas:

  • Las injusticias sociales sistemáticas y continuadas acaban en violencia social sanguinaria.
  • El amor redime a las personas de sus peores pulsiones y bajezas morales.
  • Las posibilidades de triunfo o fracaso en los ideales que perseguimos dependen de uno mismo (su fe, bondad y perseverancia), pero también de los demás.

3) Apartados temáticos o secciones de contenido

Como se puede ver en el resumen, la novela presenta una estructura externa un tanto singular:

-Una primera parte, o primer libro, que funciona como introducción; consta de seis capítulos. Desarrolla el rescate del Dr. Manette y su instalación en Londres.

-Desarrollo o nudo, que coincide con el segundo libro; consta de veinticuatro capítulos. Abarca el año de la revolución (1789) y algunos posteriores. Es el más largo y en él se presentan todas las peripecias del relato: Carlos Debray se libra de ser condenado a muerte en Londres en el último segundo, se casa con Lucía y lleva una vida regular como profesor de francés.

-El tercer libro continúa con el desarrollo; consta de quince capítulos; el último coincide con el desenlace. Como podemos ver, el criterio cronológico es quien rige la organización textual. La dosificación es muy hábil, pues hasta los pasos finales no sabemos el final; en los capítulos últimos se ofrecen explicaciones que permiten entender todos los acontecimientos anteriores. 

4) Lugar y tiempo de la acción narrativa

La acción se concentra en dos ciudades: Londres y París. Van alternando en su protagonismo. La capital inglesa aparece como tranquila y bastante pacífica, al menos para los personajes de la novela. Sin embargo, la capital francesa es un lugar peligroso, injusto y violento. Al llegar 1789 y estallar la revolución, agudiza su incertidumbre y peligrosidad. Las ejecuciones en la guillotina se suceden en grandes cantidades a diario y todo está envuelto en la violencia más cruel.

Historia de dos ciudades se publicó en la revista All the Year Round (fundada por el propio Dickens) y apareció en 31 entregas semanales entre el 30 de abril y el 26 de noviembre de 1859. Con esta cronología y conociendo los hábitos de Dickens, que solía escribir entre cada entrega, podemos afirmar que el tiempo de la escritura coincide con el año 1859. El tiempo de la acción narrada va de 1775 a 1793 (se cita el año 1792 y hay que añadir quince meses que Carlos estuvo en prisión preventiva). La duración de la acción, como podemos deducir, es de veinte años, aproximadamente. Las alusiones a los reyes en el trono de Inglaterra y Francia es humorística e irónica. Se refiere a Jorge III de Inglaterra y su esposa, Carlota Sofía; por la parte francesa, alude a Luis XVI y su esposa, María Antonieta.

5) Figura del narrador

Estamos ante un narrador en tercera persona. Es omnisciente, externo y, normalmente, objetivo. Sin embargo, de vez en cuando introduce apreciaciones sobre la materia narrada. El comienzo de la novela es el ejemplo más claro y comentado. Ahí, el narrador transmite su valoración negativa sobre los tiempos que está novelando (dos últimas décadas del siglo XVIII). Critica las exageradas injusticias sociales, lamenta la terrible pobreza de la mayoría de la población e interpela al lector a despertar su compasión y bondad ante los infortunios del prójimo. También desliza juicios de valor sobre algunos personajes, como Lucía, a la que aprecia mucho. Lo contrario siente por el espía Barsad.

6) Personajes

Estamos ante una novela próxima a lo que luego se llamaría de protagonista colectivo. Existen cinco personajes con la misma relevancia: Carlos, Lucía, el doctor Manette, Lorry y Carton. Veámoslo con cierto detenimiento:

Carlos Debray, heredero del ducado de Evremonde: quizás es quien absorbe más protagonismo. Es un joven francés que tiene sobre veinticinco años cuando comienza la acción. Renuncia a sus propiedades y título en Francia por las injusticias que debería cometer si sigue con su vida de noble, despreocupado, rico y poderoso. Emigra a Londres, donde se gana la vida como profesor de francés y literatura francesa. Casi lo ajustician por aparentar ser un espía, cosa del todo falsa. Se casa con Lucía tras revelarle al padre de ella cuál es su verdadera identidad. Por un sentido del deber hacia el administrador de sus tierras en Francia, Gabelle, prisionero por su posición. De nuevo está al borde de la guillotina por dos veces; salva su vida en el último minuto gracias a la generosidad de sus amigos y, sobre todo de Carton.

Lucía: es la hija del doctor Manette; ella piensa que es huérfana y crece bajo los cuidados de Lorry. En 1785 este descubre que su padre está vivo y lo rescatan; ahí tiene sobre veinte años. Es una mujer joven, guapa, sensata, bondadosa y virtuosa. Le toca sufrir mucho en la vida por las adversas circunstancias familiares, primero de su padre, y después de su marido. Cree en el amor desinteresado de Carton, lo que, finalmente, será la salvación de ella y de su familia.

Alejandro Manette, doctor Manette: es el padre de Lucía. Su vida viene marcada por su honradez, que lo conduce al infortunio. Los hermanos Evremonde lo involucran en la curación fallida de los hermanos de la señora Defarge, Teresa, la tabernera, que teje sin parar los nombres de las personas que están a favor o en contra de la revolución. Permanece dieciocho años en prisión, sin juicio de ningún tipo. Pierde la razón y lo liberan en el último momento, próximo a la muerte. Su cabeza va y viene, pero al fin recupera el equilibrio y se porta con generosidad y grandeza ante todo el mundo.

Lorry, el banquero, el «hombre de negocios»: ejerce como padre adoptivo de Lucía cuando su auténtico padre está en prisión. Es un hombre ya mayor, metido en la setentena cuando vive los hechos principales. Es hábil en sus gestiones, discreto y muy fiel a Lucía, a la que adora. Su punto de prudencia y maña para manejarse en situaciones difíciles lo acreditan ante los demás, que recurren a sus servicios con frecuencia.

Sydney Carton: es una figura que comienza con un perfil bajo, pero se va agrandando y se hace imprescindible en el desenlace. Al jugar con el parecido facial que posee con Carlos Debray, le permite salvar a este dos veces de una muerte segura. En la segunda ocasión entrega su vida para redimirse y para ser merecedor del respeto y amor platónico de Lucía. Su muerte en la guillotina, al lado de la niña costurera, lo redimen de una juventud golfa y disipada. Su visión prospectiva final, en prolepsis, querido por la familia Debray y respetado en sus memorias, le compensan de una vida disipada y de una muerte horrenda. Es un personaje que se agranda conforme pasan los capítulos y adquiere una gran densidad en los dos capítulos finales. Es un gran acierto narrativo, sin duda. 

Otros personajes secundarios también tienen sus momentos estelares. Sobre todo, la empleada de hogar Pross; mujer enérgica y resolutiva, esconde un gran corazón tras su aparente rudeza de trato. El Roedor también es un personaje curioso y, por momentos, simpático. Su vida secreta de desenterrador de cadáveres se nos hace repugnante, pero a su manera es fiel a sí mismo. La violencia contra su esposa nos muestra la cara más cruda de la clase menestral inglesa de esa época.  

El hermano de Pross, el espía Barsad es un elemento turbio, repugnante y sin principios de ningún tipo. Traiciona a amigos y enemigos con tal de obtener beneficio personal; casi manda a la horca a Carlos por su testimonio falso. Solo le interesa su prosperidad maliciosa y sucia, sin reparar en los daños que reciben los demás. El abogado Stryvey también posee cierta relevancia. Se caracteriza como el típico leguleyo listo y oportunista que busca el enriquecimiento y el prestigio sin escrúpulos.

Por la parte francesa de Francia, sobresale el matrimonio Defarge, pues buena parte de la acción la mediatizan. Como él ha sido sirviente del doctor Manette, conoce la situación penosa de este. Por eso le ayuda al salir de la cárcel. Su mujer sabe que muestra cierta debilidad por él, pero no provoca conflictos. Lo que realmente determina la acción es que la señora Defarge, Teresa, es la hermana menor de los dos asesinatos perpetrados por los hermanos marqueses de Evremonde (padre y tío de Carlos Debray). Ella busca venganza, además de justicia social. Por eso hace lo posible por enviar a la guillotina a Carlos, su mujer y el padre de esta. Los marqueses de Evremonde aparecen indirectamente, en el relato que el doctor tiene escondido en la chimenea de su jaula en prisión. Son un ejemplo, según el narrador, de la nobleza egoísta, cerril y violenta que se generalizaba en Francia a finales del siglo XVIII.  

7) Rasgos estilísticos y narrativos

Estamos ante una novela cuidadosamente construida y elaborada, como corresponde a la fase de madurez de Dickens. El desarrollo lineal esconde un intenso trabajo de documentación y elaboración estilística (referido, lógicamente, a la revolución francesa de 1789). La intriga, como es común en este escritor, resulta trabada y tremendamente dosificada. No nos enteramos hasta casi el final de la relación de Teresa Defarge con los dos marqueses, ni de estos con Carlos Debray (que se ha cambiado de apellido y, por tanto, no es reconocible a primera vista). Dickens es un maestro en la contención argumental. Capítulos con personajes aparentemente desconectados resultan ser decisivos para entender el desenlace final.

El estilo es aparentemente sencillo, pero encierra una auténtica maravilla expresiva. El léxico es variado y preciso; su carga evocadora es muy amplia y su capacidad para crear imágenes poderosas en el lector es elevadísima. Las oraciones más bien cortas y el acierto en el empleo de los procedimientos retóricos (personificaciones, elipsis, metáforas, personificaciones, etc.) aportan expresividad y un tono familiar y de cercanía. El texto tiene un sentido reflexivo y crítico muy marcado; todo él invita a una reflexión sobre las injusticias humanas de orden social y personal, y sobre las consecuencias de la violencia desatada (muchas veces, justificada; otras, gratuita) en sociedades hartas de ignominias.  

Veamos, como ejemplo, el capítulo I del primer libro, célebre por su visión crítica y amarga sobre la Europa prerrevolucionaria:

 

«Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y la de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la Luz y la de las Tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación: todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada; íbamos todos derechos al Cielo, todos nos precipitábamos en el infierno. En una palabra, a tal punto era una época parecida a la actual que algunas de sus autoridades más vocingleras insistían en que, para bien o para mal, se la tratara sólo en grado superlativo. 

Un rey de grandes mandíbulas y una reina de cara poco atractiva ocupaban el trono de Inglaterra; un rey de mandíbulas no menos grandes y una reina de cara muy linda se sentaban en el trono de Francia . Y en fin, para los grandes señores que administraban los panes y los peces del Estado en ambos países estaba más claro que el agua que las cosas, en general, habían quedado asentadas para siempre. 

Corría el año de Gracia de mil setecientos setenta y cinco. En época tan favorecida no podían faltarle a Inglaterra revelaciones espirituales, lo mismo exactamente que en la actual. La señora Southcott , cuya sublime aparición vaticinara un profético guardia de corps anunciando que estaba todo dispuesto para que se tragase la tierra a Londres y Westminster, acababa de cumplir sus veinticinco años bienaventurados. El propio fantasma del Callejón del Gallo hacía no más de doce que fuera conjurado, después de comunicar con golpecitos de ultratumba sus mensajes, igual que los espíritus de este año pasado (que en punto a originalidad sobrenatural dejaron bastante que desear) transmitían los suyos. Y ya en el mero ámbito de los acontecimientos terrenales, habían llegado recientemente a la Corona y al pueblo de Inglaterra los mensajes remitidos por cierto congreso de súbditos británicos celebrado en América, mensajes que, por insólito que parezca, han resultado de mayor trascendencia para el humano que ninguna de las comunicaciones recibidas por conducto de ningún polluelo de la estirpe gallinácea del Callejón del Gallo. 

Francia, menos favorecida en cuestiones de orden espiritual que su hermana, la de la égida y el tridente, rodaba con la mayor suavidad pendiente abajo, fabricando papel moneda y gastándolo. Guiada por sus cristianísimos pastores, distraíase además en empresas tan humanas como la de sentenciar a un joven a que le cortasen las manos y arrancasen la lengua con tenazas, para ser a continuación quemado vivo por no haberse arrodillado cierto día lluvioso en veneración y acatamiento de una sórdida procesión de frailes que pasaba a vista suya, a unas cincuenta o sesenta yardas de distancia. Es bastante probable que mientras aquel desdichado era entregado al suplicio crecieran unos árboles en los bosques de Francia y de Noruega ya señalados por ese implacable leñador que es el Destino para ser abatidos, aserrados en tablones y posteriormente transformados en cierto armazón movible que, con un saco y una cuchilla, tan terrible fama adquiriría en la historia. Y es también muy probable que, para esas mismas fechas, en los toscos cobertizos de algunos labradores afincados en las fértiles tierras próximas a París se resguardasen ya de la intemperie unas primitivas y recias carretas salpicadas de lodos rurales, olfateadas por los cerdos y utilizadas como dormitorios por las gallinas, que esa gran Segadora que es la Muerte tuviera ya escogidas y apartadas como armones de la Revolución. Pero aquel Leñador y aquella Segadora, aunque trabajaran sin tregua, hacíanlo en silencio, y nadie oía sus pasos sigilosos y apagados; antes al contrario, puesto que alimentar la menor sospecha de que estaban despiertos era como declararse reo de ateísmo y de traición. 

En Inglaterra apenas existía un mínimo de orden y de protección ciudadana que justificase tanta jactancia nacional. La capital misma era escenario, noche tras noche, de audaces robos con violencia perpetrados por gente armada y desvalijamientos en zonas despobladas; se advertía públicamente a las familias que no abandonaran la ciudad sin antes trasladar su ajuar a los guardamuebles de los tapiceros, para ponerlo a salvo; el que oficiaba de bandido en la oscuridad trocábase en comerciante de la City en pleno día, y si algún compañero de negocios a quien en su papel de «el Capitán» hubiese atracado le reconocía y pedía cuentas, él bravamente le descerrajaba un tiro en la cabeza y ponía pies en polvorosa; la diligencia del correo fue asaltada por siete ladrones, y el guardia que la acompañaba disparó y mató a tres de ellos, para ser luego muerto a su vez por los otros cuatro, «a consecuencia de haberse quedado sin municiones», tras lo cual la diligencia pudo ser desvalijada en paz; el alcalde de Londres, potentado famoso, fue atracado en Turnham Green por un solo salteador que despojó a tan ilustre personaje en presencia de todo su séquito; los presos de las cárceles de Londres libraban batallas con sus carceleros, y la ley soberana disparaba entre ellos sus trabucos, cargados con postas y balas; hábiles rateros sustraían las cruces de brillantes que llevaban al cuello algunos aristócratas en los estrados mismos de la Corte; entraban los mosqueteros en St. Giles, a la busca y pesquisa de contrabando, y la plebe abría fuego sobre los mosqueteros, y éstos disparaban contra la plebe, y a nadie se le ocurría pensar que tales sucesos tuvieran nada de extraordinario. A todo esto, el verdugo, siempre atareado, veía constantemente solicitadas sus cada vez más inútiles funciones: ora para colgar a largas ristras de criminales de diversa calaña; ora para ahorcar al autor de un robo con escalo perpetrado un sábado y que había sido prendido un martes; tan pronto quemando condenados en Newgate por docenas como quemando libelos a la puerta de Westminster Hall; ejecutando hoy a un feroz asesino y mañana a un mísero ladronzuelo que había robado seis peniques a un mozo de labranza. 

Todas estas cosas, y otras mil semejantes, acontecían precisamente en aquel venturoso año de mil setecientos setenta y cinco. Y en medio de tales sucesos, mientras el Leñador y la Segadora proseguían su inadvertida tarea, aquellos dos que brillaban por sus descomunales mandíbulas, junto a sus respectivas parejas femeninas, una fea y la otra hermosa, iban con arrogancia y con boato, ejerciendo con vara alta sus divinos derechos. Así guiaba el año mil setecientos setenta y cinco a sus Grandezas, junto a miríadas de seres insignificantes –los personajes de esta historia entre otros muchos– por los caminos que ante ellos se desplegaban».

8) Contextualización

Charles John Huffam Dickens (Landport, Inglaterra, 1812-Higham, Kent, 1870), conocido como Charles Dickens, es un extraordinario escritor inglés. Su estima es muy elevada tanto en vida como póstumamente porque sus obras y personajes quedaron fijos en la memoria de sus amplísimos lectores. Su propia vida parece una novela, o su gran novela.

Tuvo una infancia difícil porque su padre fue a prisión por deudas. El niño Charles comenzó a trabajar en una fábrica de betún para zapatos en un barrio de Londres. Allí conoció la explotación laboral y la vida miserable de los menestrales hambrientos londinenses. Luego se reflejaría en sus obras. Su vida se divide en dos etapas:

Primera etapa (1827-1850)

Dickens entró en el mundo de las letras muy pronto. Trabajó en 1827 como pasante en el bufete de los procuradores Ellis & Blackmore; luego, como taquígrafo judicial, periodístico y parlamentario, y desarrolló un sistema propio de braquigrafía para tomar notas rápidamente tan personalizado que se volvió ininteligible para los demás.

En 1828 comenzó a colaborar como reportero en el Doctor’s Commons y posteriormente ingresó en calidad de cronista parlamentario en el True Sun. Aficionado al teatro, intentó ser actor, pero se frustraron sus intentos.

En 1834 lo contrató el Morning Chronicle como periodista político, para informar sobre debates parlamentarios, y viajar a través del país a cubrir las campañas electorales. En 1836 reunió sus artículos en un volumen. En 1834 publicó de las primeras entregas de Los papeles póstumos del club Pickwick

En abril de 1836 contrajo matrimonio con Catherine Thompson Hogarth (1816-1879) y estableció su residencia en Bloomsbury. Tuvieron diez hijos; ninguno siguió los pasos literarios del padre.

En 1836 trabajó de editor en varios periódicos ingleses. En 1842, viajó junto a su esposa a los Estados Unidos. Este viaje le hizo reflexionar sobre sus ideas y creencias religiosas, aunque Dickens seguiría siendo anglicano durante el resto de su vida, con profundas convicciones cristianas. 

Obtuvo muchos ingresos por sus ventas; ello le permitió adquirir una casa en Gad’s Hill Place. Esta gran casa ubicada en Higham, Kent, era deseada por Dickens desde la infancia.

En 1836 publicó nueve entregas Los papeles póstumos del Club Pickwick. Su siguiente obra fue Oliver Twist (1837-1838); es un relato autobiográfico; se publicó por entregas durante dos meses. Luego vinieron Nicholas Nickleby (1838-1840) y La tienda de antigüedades (1840-1841). Para escribir esta obra se inspiró en su cuñada muerta, Mary Hogarth (en la novela, Nelly), de diecisiete años.

En 1841 Dickens fue nombrado hijo adoptivo por la ciudad de Edimburgo y viajó a Estados Unidos. Primero lo rechazaron, pero luego fue aclamado como gran escritor. Su novela Dombey and Son («Dombey e hijo», 1846-1848) maduró sus estrategias compositivas. Dejó la espontaneidad y pasó a una  un cambio en su método de trabajo: pasó de la espontaneidad a la planificación. Fundó en 1849 el semanario Household Words, donde difundió escritos de autores poco conocidos y en el que publicó dos de sus más excelsas obras: Bleak House (Casa desolada, 1852-1853) y Hard Times (Tiempos difíciles, 1854).

En estas fechas ya se considera un gran novelista de aspectos sociales lacerantes. Viajó por Italia, Suiza y Francia, en donde conoció a Alejandro Dumas y a un joven Julio Verne, además de admirar la sociedad parisina. Dicta conferencias, organiza actos literarios y culturales y aboga por causas justas (en contra de la pena de muerte, a favor de las prostitutas, etc.). Alcanzó mucho éxito y prestigio con David Copperfield

Segunda etapa (1850-1870)

Dickens padece problemas de salud en torno a 1850, a lo que contribuyó la muerte de familiares cercanos y queridos. Se separó de su esposa en 1858, pero no desentendió de la familia, a quien mantenía puntualmente. Georgina, la hermana de su esposa Catherine, se mudó para ayudarla; no está clara la relación de Dickens con su cuñada.  A pesar de todo, Dickens siguió escribiendo y dando conferencias. En 1859 publicó Historia de dos ciudades.

El 9 de junio de 1865, mientras regresaba de Francia de visitar a la actriz Ellen Ternan, Dickens sufrió un accidente ferroviario en Staplehurst. Salvó su vida de milagro; ayudó firmemente en los primeros auxilios, pero se esfumó de la investigación del choque, acaso para que no se supiera su relación con la actriz, con la que mantenía una relación desde 1857. Siguieron juntos hasta la muerte de él. 

Hacía lecturas públicas de sus obras, impostando las voces y aplicando un estilo expresivo y dramatizado, lo que encantaba al público. Escribió Nuestro amigo mutuo y comenzó El misterio de Edwin Drood, inconclusa. 

En diciembre de 1867, Dickens dio su primera lectura pública en los Estados Unidos, en un teatro de Nueva York. Cinco años después del citado accidente, el 9 de junio de 1870, murió al día siguiente de sufrir una apoplejía, sin haber recuperado la consciencia. Quiso ser enterrado en la catedral de Rochester (próxima a su domicilio), «de forma barata, sin ostentaciones y estrictamente privada». Sin embargo, fue inhumado en la llamada «Esquina de los Poetas» de la Abadía de Westminster, en Londres.​ 

En cuanto al estilo literario, Dickens escribe con un estilo natural, poetizante, con rasgos constantes de humor, ironía, sátira y cierta compasión. Casi al estilo cervantino. Dickens crea personajes muy bien caracterizados, bien por sus rasgos físicos, bien por los psicológicos. Sus nombres y costumbres, a veces excéntricas o ridículas, ayudan a guardarlos en la memoria del lector. En general, no son planos, aunque también abundan, sino cambiantes y hasta contradictorios. La ciudad de Londres casi funciona como un personaje. La describe minuciosamente, con respeto, pero con objetividad implacable y espíritu crítico

La mayoría de las obras maestras de Dickens fueron escritas como entregas mensuales o semanales en periódicos como el Master Humphrey’s Clock y el Household Words, siendo posteriormente reimpresas en libros. Estas entregas hacían las historias más baratas y accesibles. Dosificaba la intriga con gran habilidad, en general estirándola con giros dramáticos y escamoteo de acciones esenciales. A su éxito contribuyó también las excelentes ilustraciones de magníficos dibujantes, con quienes colaboraba estrechamente. Al publicar por entregas, la opinión de los lectores pesaba en el avance de la acción. Dickens lo tenía muy en cuenta. Buscaba la coherencia de los géneros literarios (comedia y drama, según el final fuera feliz o amargo). 

Las novelas de Dickens contienen un análisis y crítica de la sociedad de su tiempo. Señala la pobreza de los humildes y la miseria moral de unos y otros como grandes males que requieren soluciones. Su simpatía por el hombre común, honrado, trabajador y sensato es visible en sus novelas. El burgués suele ser vicioso y avaricioso; el pobre se embrutece y acaba en el crimen. Por eso el hombre sencillo, firme en su marco moral de justicia y sensatez es quien recibe sus simpatías.

Dickens crea personajes o muy realistas y verosímiles, o idealizados y, por tanto, no tan creíbles, lo que ya fue criticado por muchos de sus lectores. Con todo, late un fondo de verosimilitud que busca impactar al lector y reaccionar a favor de la bondad y el sacrificio. Una de sus técnicas repetidas es el de las coincidencias, heredado de la novela del siglo XVIII. Encuentros casuales permiten solucionar dramas y ofrecer un final más o menos optimista. En el fondo, late su cristianismo optimista y su propia autobiografía, de betunero a gran escritor ya reconocido antes de cumplir los treinta años.

La carga autobiográfica en sus novelas es muy alta. Su experiencia como niño menestral, pasante de abogados, vida carcelaria, familias de acogida, etc. se refleja en sus novelas. Él mismo se puede ver en Pip de Grandes esperanzas; otros familiares son identificables en otras obras. En vida, las décadas iniciales de su vida no eran muy conocidas porque la imagen de Dickens podía verse dañada en la Inglaterra victoriana, muy sensible a la reputación del individuo y a los chismorreos negativos. Cuando John Forster publicó una biografía (1870) en la cual Dickens había colaborado. Ahí salieron a la luz muchos aspectos de su trayectoria vital. 

Ofrecemos su producción, tomada de Wikipedia, con sus enlaces: (https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Dickens).

Relatos

9) Interpretación y valoración

 Historia de dos ciudades (1859) es una novela muy original. Se puede considerar una novela histórica porque Dickens recrea sucesos acaecidos setenta años antes. Pretende recrear la revolución francesa de 1789, por un lado, pero, por otro, dar cuenta de los sufrimientos y satisfacciones que esa efemérides provocó en muchas personas de todo tipo y condición social. 

Se trata de un relato heterogéneo y variado. Se mezclan en la trama franceses e ingleses, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, y, en fin, malvados y bondadosos. El marco histórico sirve para desarrollar acciones personales que nos dan el timbre de muchas personas. Los egoístas y desaprensivos aprovechan los tiempos revueltos para obtener provecho económico y personal; los bondadosos y rectos, sin embargo, se las ven y se las desean para poder mantener el rumbo de la ética personal y el compromiso humanitario.

Charles Debray Lucía son dos personajes idealizados, pero con un fondo de verdad y autenticidad. Se nos presentan como modelos de rectitud moral, sobre todo Charles. Incluso asumiendo peligros mortales, se arriesga para salvar a un antiguo empleado familiar. Renuncia a su título nobiliario por coherencia moral y emigra a Inglaterra para vivir de un modo más libre y auténtico.

Sin embargo, el personaje más atractivo de la novela es Sydney Carton. En su vida disipada, con un claro abuso del alcohol, es capaz de comprender la categoría moral de Lucía. Se enamora de ella platónicamente y le promete una especie de fidelidad, que ella acepta; lo mantendrá en secreto toda su vida. Gracias al parecido entre Carton y Carlos Debray, aquel puede sacrificar su vida para salvar la de Carlos, soporte de la felicidad de Lucía, la verdaderamente importante. El capítulo final, con Carton camino de la guillotina, hablando con serenidad con la joven costurera, es de una alta emotividad y transcendencia moral. Ambos aceptan la muerte con entereza y esperanza en la vida eterna. De algún modo, comparten un amor por el anhelo, casi certeza, de que en la otra vida la felicidad será una dicha permanente.

La visión final que tiene Carton, viendo a los hijos y nietos de Lucía y Carlos contando su historia de sacrificio para salvarlos a ellos es hermosa y transcendente. Digamos que Dickens aplica una especie de justicia poética para que los justos reciban su recompensa con un anticipo en esta vida y el pago definitivo en la ultraterrena.

La carga social de la novela es importante. El Roedor y sus andanzas centran la vida de los miserables (de cuerpo y de alma) que luchan por sobrevivir en un mundo áspero y muy clasista. Ganarse la vida de desenterrador de cadáveres para robar sus pertenencias o vender el cuerpo a cualquiera que lo quisiera comprar es algo muy duro. Dickens no cuenta con cierto humor e ironía, pero el aspecto repugnante del asunto no se esquiva y nos llega perfectamente.

En resumen, estamos ante una novela panorámica profunda y analítica que somete a revisión un período histórico convulso de Francia y, menos, de Inglaterra. El estupendo perfil de los personajes y la mirada social y verosímil engrandecen el sentido final del relato.

II. PROPUESTA DIDÁCTICA

1. Comprensión lectora

1) ¿Cómo es la familia de Lucía? ¿Y la de Carlos?

2) ¿Qué relación existe entre Lorry el doctor Manette? 

3) ¿Dónde se desarrolla la acción principal de la novela?

4) Describe a Roedor y señala su importancia en la novela.

5) ¿Qué relevancia adquieren los parecidos entre personas en la novela?

6) ¿Por qué el doctor Manette pasa dieciocho años en la cárcel?

7) Explica los procesos judiciales de Carlos a lo largo de la novela.

8) Finalmente, ¿quién posee la llave de la felicidad del matrimonio Lucía-Carlos?

9) ¿Qué simboliza Carton en esta novela?

10) ¿Cómo influyen en el relato el matrimonio Defarge? 

2. Interpretación y pensamiento analítico

1) La felicidad, ¿es fácil de encontrar para los personajes de esta obra?

2) ¿Qué relevancia posee en la obra el amor en sus diferentes manifestaciones?

3) ¿Qué intenciones y objetivos persigue Roedor a lo largo de su vida?

4) El narrador, ¿mantiene una postura imparcial en su relato?

5) ¿Cómo apreciamos el papel de Lorry en la novela?

6) Analiza la psicología de los Defarge y su importancia en la novela.

7) La novela, ¿tiene un tono optimista o pesimista?

3. Fomento de la creatividad

1)  Elabora un póster o presentación con medios informáticos sobre la vida y la obra de Charles Dickens, o sobre Historia de dos ciudades.

2) Inventa una historia de ficción en un contexto revolucionario.

3) Realizar una lectura dramatizada o poner en escena toda o parte de la obra es un excelente ejercicio creativo.

4) Si tú fueras Carlos, o Lucía, o Lorry, ¿cómo reaccionarías ante la actitud de Carton?

5) Analiza y compara aspectos positivos y negativos de nuestra sociedad, comparada con la de los tiempos de la revolución francesa.

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